En el desesperado intento de buscar apoyo internacional ante las controversiales actitudes de Israel en su conflicto con los palestinos y los países árabes, muchos de los paladines del Estado hebreo se tientan en recurrir a una herramienta poco convencional: los aportes a la humanidad del renombrado ingenio y talento judío.
Así, los múltiples y afamados logros científicos de Israel se convierten en un apropiado embalaje y un perfecto escudo detrás del cual pueden pasar desapercibidas conductas inadmisibles, serias transgresiones a normas internacionales o discriminaciones.
Un reciente motivo de orgullo nacional fue la última conferencia anual organizada por la Agencia Espacial de Israel (ISA, por sus siglas en inglés) como reiterada demostración de liderazgo internacional del país y sus científicos. En principio, nada más inocuo y magnánimo que ser miembro de ese pequeño grupo de expertos a la cabeza de esa hazaña que es la conquista del espacio que pertenece a toda la humanidad. Sin embargo, fue suficiente prestar atención a una sola exposición para verificar que detrás de estos «reputados aportes a la humanidad» se pueden esconder oscuros propósitos bélicos.
«El ex director general del ministerio de Defensa, el general retirado Udi Shaní, reveló en dicha convención que años atrás se constituyó una comisión especial de varios expertos en la materia a los efectos de analizar el accionar de Israel en el espacio. Una de las sugerencias de este comité, y tal vez la más interesante e importante de todas, fue lanzar satélites latentes mas allá de la atmósfera, que en situaciones apropiadas entrarían en acción y atacarían objetivos dentro de la misma. Creo que éste es el camino correcto: sistemas de ataques latentes que se despiertan en momentos críticos. El desarrollo de la capacidad de uso del espacio es imprescindible dado que las dimensiones terrestres y marítimas ya fueron aprovechadas al máximo» [1].
Pareciera que el general retirado Shaní pretende demostrar que el liderazgo israelí se cansó de vulnerar soberanías extranjeras cuando opera el largo brazo de su Ejército y ésta es la oportunidad de apropiarse e izar la bandera azul y blanca con la Estrella de David en el espacio. «Debemos ser independientes en este medio. Nosotros no podemos ser dependientes de territorios ajenos. Necesitamos todo azul y blanco», declaró el general sin pestañar [2].
No se trata de la primera vez que se propone el uso del espacio como marco de acción dentro de los programas estratégicos de un país. El proyecto de defensa estratégico, comúnmente conocido como «la Guerra de las Galaxias», fue un sistema propuesto por el presidente norteamericano, Ronald Reagan, en 1983, para utilizar el espacio a fin de defender a EE.UU contra un posible ataque nuclear con misiles balísticos intercontinentales soviéticos. Dich proyecto se centraba más en una dirección estratégica defensiva que hacia una política ofensiva como lo fue en el caso de la concepción anterior basada en la disuasión bajo una amenazante destrucción mutua asegurada.
Bajo la conocida estrategia que el ataque es la mejor defensa, la insólita y amenazante propuesta israelí tiene como objetivo escudarse detrás de «inocentes» satélites para minar ese espacio, que hoy pertenece a todos, con poderosas bombas listas para ser lanzadas a la atmósfera cuando el liderazgo israelí lo considere oportuno.
Está claro que a partir de ese momento no habrá ninguna posibilidad de refutar toda acusación a Israel que su conocido y largo brazo de seguridad lo convirtió en una amenaza potencial y latente a todo país del mundo que mira bombas pendientes sobre su cabeza. Lamentablemente, en parte se le está dando la razón al liderazgo de los ayatolás iraníes, quienes insisten repetidamente en que los «sionistas» son un verdadero peligro para el mundo.
Las cajas de naranjas «Jaffa» fueron la imagen de la redención del pueblo judío que emergió con la instauración del Estado de Israel como refugio tras sufrir persecuciones por siglos. Hoy observamos la presencia de material bélico israelí prácticamente en todo el mundo desde que nos convertimos en uno de sus principales proveedores.
El globo terráqueo ya no es suficiente. Queremos ser los primeros en traer armamento al espacio.
Nos autodenominamos el pueblo del libro, aunque más bien aspiramos a ser el pueblo de la bomba.
Ojalá me equivoque...
[1] «Jerarca israelí reveló: Así atacará Israel desde el espacio»; Walla; 30.01.14.
[2] Walla; Idem.