Leonardo da Vinci diseñó un dispositivo que demostraba la imposibilidad del movimiento perpetuo. Tras prolongados experimentos con una rueda y pesas, el ilustre artista y científico italiano arribó a la conclusión de que cualquier mecanismo creado por el hombre no podría producir un movimiento perpetuo.
Rompiendo las teorías de la ciencia tradicional de más de cinco siglos, líderes israelíes y palestinos están demostrando la veracidad de la existencia del perpetuum mobile, al menos en política y diplomacia, ese sofisticado mecanismo que es capaz de mantener a las partes eternamente negociando sin resolver el problema.
Los nueve meses del período de gestación del proceso de paz que el canciller Kerry fijó de antemano están llegando a su fin. Este incansable mediador invirtió mucho más tiempo y viajes a la región que sus antecesores, aunque los resultados, tal como se vislumbran por el momento, dan la impresión que el diplomático norteamericano sólo será acreedor a una medalla por su obstinación y no por sus logros.
Pese a los tentadores incentivos y denodadas presiones de Obama sobre Netanyahu y Mahmud Abbás para que acepten ese «salomónico marco de arreglo de paz» propuesto por Kerry, pareciera que también en esta ocasión seremos testigos de una nueva prórroga de las negociaciones y/o una ridícula competencia de echar la culpa del fracaso al otro bando.
Aparentemente es muy difícil comprender esa llamativa paradoja que nos depara la continua e irremediable realidad israelí-palestina. No sólo que ambos liderazgos oficiales proclaman a viva voz su apoyo a la solución de dos Estados para dos pueblos, sino que, según repetidos relevamientos de opinión, dicho programa goza de un amplio apoyo popular en ambas poblaciones.
La pronosticada decepción al inagotable empeño de Kerry no es casual ya que de alguna manera se trata de una reiteración de los mismos vacuos esfuerzos de la mayoría de sus homólogos que le precedieron. Todos ellos actuaron bajo la premisa que los líderes del Gobierno de Israel y de la Autoridad Palestina gozan del necesario carisma, prestigio y autoridad para obtener el suficiente apoyo en la toma de dramáticas e históricas decisiones.
Aunque ambos líderes juran su total predisposición a un arreglo de compromiso, lamentablemente la solución de este embrollo no se encuentra a su alcance. Tanto Netanyahu como Abbás no pueden liberarse de la sombra de extremistas dispuestos a derrocarlos si osan dar su primer paso en esa dirección. Eternizar el perpetuum mobile de las negociaciones inocuas es la mejor garantía para estos dos dirigentes de permanecer en el liderazgo mientras continúan recibiendo apoyo internacional político y económico.
Todo intento serio de resolver el histórico conflicto israelí-palestino necesariamente debe enfrentarse con el desafío de desactivar dos poderosas fuerzas que no desperdician toda oportunidad de sabotear los proyectos de pacificación.
El conjunto de colonos judíos de Cisjordania con el apoyo de conocidos grupos políticos y religiosos no están dispuesto a permitir, incluso por la fuerza si fuera necesario, el desmantelamiento de al menos parte de los asentamientos judíos en Cisjordania y el traspaso de territorios a soberanía palestina, una de las condiciones básicas para que la Autoridad Palestina firme el acuerdo.
Asumiendo el supuesto que Israel acordó la cesión de territorios exigidos por los palestinos y la consecuente retirada del Ejército israelí, tanto Abbás como toda su corte tienen muy claro que su destino probablemente sea similar a la trágica toma de poder de Hamás en Gaza con posterioridad al plan de desconexión de 2005.
En tanto y en cuanto los mediadores que periódicamente ofrecen sus servicios en pos de concretar la anhelada paz entre palestinos e israelíes no se compenetren de la imperiosa necesidad de invertir serios esfuerzos para neutralizar la vehemente y agresiva oposición de estos dos grupos extremistas, continuaremos siendo testigos de innumerables giras y cócteles en un eterno perpetuum mobile de negociaciones estériles.
Ojalá me equivoque...