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¿Qué quieren realmente?


Si todo dependiera de Barack Obama, Binyamín Netanyahu y Mahmud Abbás, los tres estarían sumamente contentos en congelar el momento actual. Sólo que la realidad nunca respondió a aquellos que desearon congelarla.

Barack Obama

Su gran desafío es ser reelecto en el 2012. La solución del conflicto israelí-palestino le resulta importante pero no está en el primer puesto de su orden de prioridades. Él considera que un acuerdo que permita la creación de un Estado palestino en Cisjordania y Gaza, aún cuando las fronteras no sean similares a las de la Línea Verde, es un convenio digno, y no comprende porqué la derecha israelí, con Netanyahu a la cabeza, se aferra a los barrios árabes en Jerusalén.

No entiende porqué los palestinos rehusan definir a Israel como Estado judío y le resulta claro que la solución al problema de los refugiados se encuentra en un Estado palestino y no en Israel.

Cuando ingresó a su cargo le impresionó la actitud de Mahmud Abbás acerca de una solución de este calibre y trató de creer que las palabras de Netanyahu sobre su predisposición a un acuerdo, señalaban un cambio en su postura.

Todo ello despareció. Obama ve en Netanyahu al dirigente que pactó con los republicanos y anhela su destitución. La controversia sobre las fronteras del 67, le demostró que Bibi no pretende llegar a ningún acuerdo, y que siempre encontrará un pretexto para no verse involucrado en conversaciones de paz, dado que no está dispuesto a pagar el precio.

Obama está decepcionado de que Abbás no quiera renovar las conversaciones sin un congelamiento definitivo de los asentamientos y por el menosprecio demostrado con sus proposiciones que obligan a EE.UU a imponer el veto en la ONU.

Hasta las próximas elecciones Obama no elaborará ningún plan que no sea aceptado por ambas partes.

Binyamín Netanyahu

Está satisfecho por la estabilidad de su coalición gubernamental y de su pacto con Ehud Barak. Considera su visita a EE.UU un logro importante. La cooperación con los republicanos fué, en su opinión, imprescindible debido al comportamiento de Obama.

Está convencido que Abbás es quien no desea reanudar las conversaciones dado que aunque firme algún acuerdo no podrá ponerlo en práctica. Bibi comprende que su visión de un acuerdo definitivo no se aproxima a la de ningún otro líder en el mundo y por ello prefiere no entrar en tratativas.

La iniciativa de Abbás en la ONU le preocupa y aún pretende convencer a algunos países occidentales a no apoyar la votación pro-palestina. Él considera de suma importancia dicha movida y teme a los inconvenientes reales que puedan surgir hacia Israel frente a la Corte Internacional de La Haya.

Mahmud Abbás

Está próximo a concluir su mandato y desea hacerlo en forma honorable. Se le puede adjudicar un éxito en el terreno económico y en sus iniciativas para establecer el orden y las leyes.

Está convencido que no existe ninguna posibilidad de llegar a un acuerdo perecedero con Netanyahu y sospecha que cualquier pacto intermedio se convierta en definitivo en el caso de que Bibi continúe como primer ministro.

Él desea aprovechar a su favor la firma del acuerdo entre Hamás y Al Fatah para llegar a la ONU en septiembre manteniendo un diálogo con la organización fundamentalista. La consolidación del acuerdo podría complicarle la vida con EE.UU, pero negociaciones prolongadas con Hamás le son favorables.

La resolución de la ONU que llama a la creación de un Estado, el orden en las calles, el florecimiento económico y el diálogo con Hamás, son los componentes positivos en el legado que deja.

Si todo dependiera de ellos, los tres estarían sumamente contentos en congelar el momento actual: desde el punto de vista de Obama, la calma israelí-palestina le permite dirigirse a otros lugares. En el caso de Abbás, la estrategia política frente a la ONU, las conversaciones con Hamás y los mercados llenos. Para Netanyahu, la estabilidad gubernamental, el crecimiento económico y la relativa seguridad le brindan el apoyo popular.

Sólo que la realidad nunca respondió a aquellos que desearon congelarla.

Fuente: Israel Hayom - 8.7.11
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il