Al Fatah y Hamás comprenden que con el pueblo dividido y con Hamás gobernando la Franja de Gaza, se corre el riesgo de no lograr lo que busca la Autoridad Palestina hace tiempo: un reconocimiento internacional de la independencia palestina en la Asamblea de la ONU.
Siempre "suena bien" hablar de unidad. Las divisiones suelen ser vistas como elemento preocupante, que debilita y aleja; en cambio" la unión hace la fuerza", y no sólo en lo físico sino también en lo moral y emocional.
Por eso, las noticias de estos días pueden condundir. Se informó desde El Cairo que el grupo fundamentalista islámico Hamás y el movimiento Al Fatah de la OLP (que constituye la base de la Autoridad Palestina), lograron sobreponerse a cuatro años de distanciamiento y firmar en iniciales, un acuerdo preliminar de reconciliación.
A decir verdad, las dudas acerca de si estas son realmente buenas noticias, no están relacionadas solamente al tema de Israel, sino también a la dinámica interna palestina. Cabe recordar que en junio del 2007, tras estallar un conflicto que terminó con el gobierno de unidad palestina que funcionaba entonces, en una guerra civil que duró cinco días, Hamás terminó echando a Al Fatah de la Franja de Gaza y tomando el control, por la fuerza, de dicho territorio palestino.
El territorio evacuado completamente por Israel, los asentamientos demolidos y la retirada israelí, de nada sirvieron para abrir una nueva página. Hamás y Jihad Islámico usaron los ex asentamientos como zonas de entrenamiento, recibieron de Irán sumas millonarias para misiles, armas y municiones, no para el desarrollo de la sociedad. Se perdió un tiempo precioso, que podría haber sido el comienzo de una vida mejor.
Durante años, nos comentaban colegas palestinos de Gaza, cada vez que se informaba sobre negociaciones para intentar una reconciliación, que no consideraban probable que tengan éxito: "Hay demasiada sangre en el ojo... nadie perdona...p asó mucho...". En la mente de este colega, estaban todavía las imágenes de las figuras de Al Fatah tiradas desde los techos por enmascarados de Hamás.
Claro que un pueblo dividido, tampoco es bueno. Muy especialmente, cuando a veces en una misma familia hay identificados con un movimiento y otros favorables al otro. Pero el clamor de parte del público por lograr al fin la unidad, no disipa las dudas.
Decíamos que estas noticias no están relacionadas sólo a Israel. Nos decía hace poco Ziad Abu Ein, una conocida figura de Al Fatah en Cisjordania, al que le pedímos comentar el acuerdo, que "Hamás tendrá que elegir entre su alianza con Irán, que tiene problemas hoy con todo el mundo árabe, y su relación con la Autoridad Palestina".
Según lo anunciado en El Cairo, Al Fatah y Hamás han logrado entendimientos en varios temas, determinando entre otras cosas la formación de un gobierno de unidad nacional y la realización, en una fecha de común acuerdo, de elecciones legislativas, presidenciales e inclusive para las instancias de la OLP, a las que se sumaría Hamás.
Este último punto tiene gran importancia, ya que oficialmente, la OLP se declaró hace ya décadas como "el único representante legítimo del pueblo palestino". Y de hecho, inclusive según los acuerdos con Israel, la Autoridad Palestina se formó en base al mandato de la OLP, que es considerado superior al gobierno palestino.
El acuerdo firmado por Azzam al Ahmad en nombre de Al Fatah y Musa Abu Marzuk de Hamás, estipula una liberación recíproca de presos y un mecanismo conjunto de seguridad, aunque no se ha anunciado - y al parecer tampoco se ha establecido todavía - quién encabezará los servicios de seguridad palestinos que dentro de poco, podrían estar unificados.
Azzam al-Ahmad, que lideró el equipo negociador de Al Fatah, reveló que "hemos acordado la formación de un gobierno compuesto por figuras independientes que comenzarán a preparar las elecciones, las cuales tendrán lugar dentro de aproximadamente ocho meses". Según Mahmud al Zahar, de los jefes de Hamás en Gaza - que también participó en las negociaciones - el gobierno estará compuesto por "figuras nacionalistas".
Justamente el tema de la composición del gobierno refleja uno de los puntos problemáticos de la reconciliación. Cabe suponer que se habla de expertos y figuras independientes, ya que no sólo Israel sino también el Cuarteto (compuesto por EE.UU, la Unión Europea, la ONU y Rusia), se opondrá a estar en contacto con un gobierno que incluye representantes de Hamás. Esto, a menos que - tal cual se exigió a Hamás ya en el 2006 - la organización renuncie explícitamente a la violencia y reconozca al Estado de Israel.
El primer ministro de Israel, Binyamín Netanyahu, no ha dejado lugar a dudas al respecto. "La Autoridad Palestina debe elegir entre paz con Hamás o paz con Israel. Ambas cosas juntas son imposibles", declaró, agregando que "Hamás proclama que desea destruir a Israel y continúa lanzando misiles contra su población, por lo cual esperamos que la Autoridad Palestina tome la decisión correcta".
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás le respondió que es él quien debe elegir "entre paz y asentamientos".
Las dos partes palestinas comprendieron, al parecer, que con el pueblo dividido en dos y con Hamás gobernando la Franja de Gaza, se corre el riesgo de no lograr lo que busca la ANP hace tiempo: un reconocimiento internacional unilateral de la independencia palestina. De cara a setiembre, cuando se reúne la Asamblea General de la ONU para tratar el tema, Al Fatah y Hamás decidieron evidentemente intensificar sus contactos y llegar a un acuerdo para presentar un frente unido.
Por otra parte, figuras de la ANP han dicho estos últimos días que el logro de un acuerdo negociado sigue siendo su preferencia, y de todos modos el premier israelí aclarò que sólo en negociaciones se llegará a la paz. Pero Abbás probablemente sabe que Netanyahu no aceptará ahora negociar con él si está aliado con Hamás.
"La unidad es clave para poner fin a la ocupación", declaró Azzam al Ahmad, y desde Gaza, el jefe de Hamás, Ismail Haniyeh, señalaba que "Israel era un impedimento para la unidad". Pero fuera de los micrófonos ambas partes saben que inclusive si para Israel podía quizás ser cómodo tener un "malo" claro en Gaza que se opone abiertamente siquiera a reconocerle, en la práctica, la ruptura nada había tenido que ver con Israel.
Cabe suponer que tampoco ahora desaparecieron los temores de la ANP respecto a eventuales intentos de Hamás de controlar Cisjordania tal cual lo hacen en Gaza. Pero hoy por hoy, a ambos parece convenirles la unión... hasta nuevo aviso.
La gran pregunta ahora es quién llevará la voz cantante en la nueva alianza que a tantos parece todavía artificial: si la ANP logrará moderar a Hamás y convencerlo a renunciar a la violencia, o si Hamás se impondrá sobre el presidente Abbás, de por si relativamente débil, contra la opción negociadora con Israel.