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Adiós a Fayyad

Salam FayyadEl 13 de abril, el primer ministro de la Autoridad Palestina, Salam Fayyad, renunció. Fue algo fácil de predecir, pero no algo que se pueda pasar por alto. Es una muy mala noticia, porque Fayyad fue la «primavera árabe» antes de que hubiera una «primavera árabe». Es decir que pretendí lo que se suponía que la «primavera árabe» se proponía: instaurar una nueva generación de líderes árabes decentes cuyo objetivo principal fuese el desarrollo humano de su propio pueblo, no el enriquecimiento de su familia, su tribu, su secta o su partido.

Esa imagen del Fayyad no corrupto, de que su liderazgo institucional no fue suficientemente apoyado por otros líderes palestinos, los Estados árabes, Israel y Estados Unidos, es realmente deprimente. Esto no presagia nada bueno para las revoluciones en Egipto, Siria o Túnez. Niinguno de ellos tiene un líder de la calidad de Fayyad en el timón.

¿Quién es Salam Fayyad? Un ex economista del Fondo Monetario Internacional, que se dio a conocer cuando fue nombrado ministro de Finanzas de la Autoridad Palestina en 2002, después de que los países donantes se hartaron de ver sus contribuciones desviadas por corrupción.

Más tarde, en 2007, se convirtió en un primer ministro que acuñó el término «Fayyadismo», la idea demasiado rara de que la legitimidad de un líder árabe debe basarse no en slogans o odio y lucha contra Israel y Occidente, o en el culto a la personalidad, o en los servicios de seguridad, sino en su entrega al pueblo y a un estilo de gobernabilidad transparente y responsable.

«Fayyad acabó con todas las cuentas de soborno y fue en contra de las órdenes de Yasser Arafat, al insistir en el pago de todos los funcionarios de seguridad palestinos por medio de una cuenta bancaria directa, en lugar de dinero en efectivo dado a sus comandantes sobre la base de una lista cuestionable de personal», escribió Daoud Kuttab, un prominente periodista palestino, en el «Jewish Daily Forward».

«Fayyad también se convirtió en el primer funcionario de un gobierno árabe en publicar todo el presupuesto de su Gobierno, marcando el comienzo de una nueva transparencia que no se ve hasta hoy en toda la región», agregó.

Fayyad también desempeñó el papel principal en la reconstrucción de los servicios de seguridad palestinos en Cisjordania, que incluso el Ejército israelí llegó a respetar, y trató de construir las instituciones palestinas con el argumento de que mientras más palestinos construyeran sus organismos - finanzas, policía, salud, educación, vivienda, fuentes de trabajo -, la negativa de Israel acerca de un Estado palestino debidamente estructurado, será insostenible.

«La concepción de Fayyad sobre la transparencia económica, que incluyó informes y auditorías, jugó un papel decisivo en la atracción de una mayor ayuda internacional», señaló David Makovsky, director del proyecto «Proceso de paz en Oriente Medio» del Instituto Washington. «A pesar de una recesión mundial profunda, el Fondo Monetario Internacional reportó un crecimiento económico de 9% en Cisjordania entre 2008 y 2010.

Todavía en el segundo semestre de 2011, el apoyo popular al Gobierno de Fayyad fue del 53%, 19 puntos de ventaja sobre el Gobierno de Hamás en Gaza.

Hamás odia a Fayyad, y muchos funcionarios de la Autoridad Palestina tienen envidia de él, pero, apesar de todo, el éxito lo protegió hasta 2011. El presidente Mahmud Abbás, frustrado por la negativa de la ultraderecha del gobierno israelí de llegar a un acuerdo de tierras por paz, decidió buscar el reconocimiento de un Estado palestino en la ONU.

Estados Unidos tomó represalias cortando su ayuda. Israel lo hizo mismo mediante la retención de ingresos fiscales palestinos. Entendí que fue una estupidez la de Abbás al recurrir a la ONU, pero también pensé que fue una irresponsabilidad que el Congreso de Estados Unidos detenga la ayuda a los palestinos cuando nunca tomó represalias para la construcción obstruccionista de los asentamientos por parte de Israel.

La pérdida de cientos de millones de dólares en ayuda derrumbó la economía palestina. Los trabajadores del sector público se quedaron sin sueldos y Fayyad no tuvo más remedio que imponer medidas de austeridad.

«Abbás y algunos dirigentes de la vieja guardia de su partido Al Fatah, a los que nunca le gustó el «Fayyadismo», utilizan ahora a Fayyad como el chivo expiatorio de los problemas económicos palestinos; en parte por los resentimientos en su esfuerzo por restringir el clientelismo y la corrupción», señaló Makovsky.

«Culpar a Fayyad de la última recesión es especialmente hipócrita», agregó. «Después de todo, el otoño pasado, Fayyad se rompió una mano en una reunión con miembros de Al Fatah cuando la golpeó en la mesa con vehemencia argumentando que era irresponsable ir a la ONU a menos que hubieran reservas suficientes para cubrir una desaceleración de las ayudas». Fayyad finalmente se hartó.

Mis conclusiones:

1. Para los palestinos, sobre todo para Abbás y Al Fatah, si no hay lugar en el Gobierno para un líder como Salam Fayyad, un Estado independiente no se creará tan fácil.

2. Hamás y los habitantes israelíes de los asentamientos se sienten ahora más felices y tranquilos. El objetivo de Fayyad para construir un Estado palestino digno en Cisjordania, en paz con Israel, era una gran amenaza para ellos. Ambos prefieren una lucha permanente para seguir diciendo que no hay con quien hablar dell otro lado y, por lo tanto, nunca tendrán que cambiar sus políticas.

3. Doy las gracias al Congreso estadounidense y al Gobierno israelí. Sus descerebrados cortes repetidos de ayuda económica al gobierno de Fayyad ayudaron a socavar al mejor socio de paz palestino que el Estado hebreo y EE.UU hayan tenido alguna vez. Buen trabajo.

4. «No hay nada inevitable acerca de un orden liberal que emerge de cualquiera de estos despertares árabes», afirmó el encuestador Craig Charney. En efecto; para producir ese resultado era necesario alguien como Fayyad con la ayuda constante de las partes externas, así como una base leal en casa lista para llevarlo a cabo.

Al final, sin Fayyad, se añadió otro clavo en el ataúd de la solución de dos Estados.

Fuente: The New Yor Times
Traducción: www.israelenlinea.com