El slogan de la campaña por los jóvenes secuestrados por Hamás en Cisjordania, «Bring Back Our Boys», nos remite a otra anterior, «Bring Back Our Girls», relacionada con las niñas capturadas por Boko Haram en Nigeria.
De hecho, el contexto y la conyuntura de los dos secuestros es completamente diferente. Hay pocos puntos de semejanza entre la realidad nigeriana y la israelí-palestina, a no ser uno: en ambos casos los secuestradores defienden un proyeto político religioso, excluyente y fundamentalista. No estoy seguro que Hamás y Boko Haram no serían enemigos entre ellos, pero ambos pueden ser definidos como fundamentalistas islámicos.
Claro, secuestrar centenas de niñas nigerianas, violarlas y venderlas como esclavas puede parecer un acto más extremo que capturar tres adolescentes judíos que estudian en territorios militarmente ocupados. Pero no es así. Ambos guardan un principio similar: «el otro tiene una natureza diferente a la mía». Al deshumanizar a la otra parte, Hamás y Boko Haram no ven límites en su accionar y se permiten secuestrar y matar en nombre de sus versiones del islam.
¿Saben quién está de acuerdo conmigo? Mahmud Abbás. Recientemente, en una intervención histórica, Abbás afirmó - en árabe y en una conferencia de países islámicos - que los jóvenes israelíes secuestrados eran «humanos como nosotros» y que «los responsables quieren la destrucción de la Autoridad Palestina». Ese discurso es muy importante por diversas razones.
Primero, porque Abbás reconoció un gran error político: al haberse aliado a Hamás, acabó fortaleciendo a su enemigo.
En segundo lugar, el presidente palestino determinó que su «verdugo-víctima» es humano, tan humano como él. Abbás habló como palestino e islámico ante una platea de islámicos no-palestinos. ¿El enemigo común? El fundamentalismo.
¿Saben quién no concuerda conmigo? Otra palestina, Hanín Zoabi. Diputada del Parlamento israelí, Zoabi es una mujer no religiosa. No obstante, se apresuró a justificar el secuestro y a culpar a los secuestrados.
Zoabi otorgó legitimidad a Hamás y sobrepuso una lógica racista y nacionalista por encima de una concepción igualitaria y humana. Es interesante destacar que a Zoabi la escuché en hebreo, mientras que Abbás habló en árabe.
Abbás antepuso lo humano a lo nacional; para Zoabi, lo nacional aventaja a lo humano.
En la lógica de Zoabi, esa que es compartida por todos los fascismos, no hay ninguna relación posible entre el drama de las niñas de Nigeria y el de los estudiantes israelíes.
En la lógica de Abbás, aquélla que reconocen todos los humanismos, no hay manera posible de no relacionar a las víctimas de Boko Haram con los secuestrados por Hamás.