Cannot get Tel Aviv location id in module mod_sp_weather. Please also make sure that you have inserted city name.

Un día, cuatro nombres

ShofartallitEl año nuevo judío tiene varios nombres: al más conocido, Rosh Hashaná, se agregan Iom Hadin (Día del juicio), Iom Hazikaron (Día del recuerdo), Iom Truá (Día del sonido del shofar). Los sabios de la tradición se han ocupado, a través de diversas épocas, de explicar el sentido de tales denominaciones.

Pero lo que me importa hoy es el hecho mismo de tal multiplicidad, y su entramado. Porque si una fecha específica es capaz de recibir nombres varios es porque su sentido es también plural. Lejos de rigidizarse en un dogma o en un mero artículo de fe, ese día ofrece aspectos diferentes que, como en un diamante de muchas caras, nos permiten percibir rasgos, afectos y situaciones que, de una u otra forma, nos constituyen.

Rosh Hashaná, «cabeza de año», día de comenzar una nueva cuenta. Si, como dice Kant, «el tiempo es el sentido interno» - lo que nos hace conscientes de nuestra condición mortal, a la vez que nos hace reconocernos como siendo la misma persona a través de las épocas y los cambios -, se trata de una interioridad que tiene sus efectos y sus resonancias en el exterior. Lo que cada uno es se expresa en los actos; el mundo que nos rodea toma la coloración de nuestros pensamientos y sentires a través de las acciones que realizamos.

El juicio (din) no se refiere sólo al veredicto del que somos objeto (por parte de D’s) sino que nos convierte también en sujetos: evaluamos, consideramos y sopesamos nuestro obrar, y la relación de esas obras con nuestro estado interior.

El recuerdo es el modo en que ese «sentido interno» nos liga a nuestra propia vida: el pasado vive en uno como marca, como texto a ser leído y releído para extraer de allí una mayor comprensión de quiénes somos y cómo hemos llegado a ser eso que somos.

Pero no se trata del recuerdo como mera nostalgia de tiempos idos, sino de la memoria como registro. Somos producto de lo que hemos hecho y de lo que hemos omitido, pero también de las personas que ya no están.

Somos, por eso mismo, responsables por los reclamos de voces que han sido acalladas, de testimonios que han sido desoídos, de vidas que han quedado truncas. Cada generación, dice Walter Benjamin, tiene una deuda con las generaciones que la preceden. (Yo agrego: y con las que nos suceden).

A diferencia de las sirenas, que con sus bellos cantos llamaban a Ulises a su perdición, el shofar hace oír su tosca e inarticulada voz para despertar nuestra conciencia. En sonidos entrecortados como el llanto de un niño indefenso o en un largo lamento de animal herido, nos hace saber que cada uno de nosotros es, también, de a ratos, ese animal o esa criatura. 

Así, esta fecha es momento de festejo y reflexión, de dolor y reparación, de angustia y alegría. Rosh Hashaná, un día que resume en apretado núcleo lo complejo y diverso. Como la vida misma, como el mundo, como los humanos, hechos de lo uno y lo múltiple pero dotados de la maravillosa posibilidad de reunirnos en lo común y reconocernos semejantes, sin anular las diferencias.

Que este año sea ocasión de reunir y compartir, de escuchar y ser escuchado, de aceptar lo diverso y rescatar la memoria de los olvidados.

¡Shaná Tová Umetuká!