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El gran simulador

Hace dos semanas, Bibi fue el gran ganador en las elecciones primarias del Likud. Sin embargo, también es consciente de que el partido que lo puso en el cargo de primer ministro se le está yendo de las manos. El Likud tomó distancias de él.

 

No obstante, no faltarán políticos que respondan a lo anterior con una risa contenida: Durante años se ocuparon de sostener que Netanyahu cambió totalmente, y que el Likud no está alejándose de él para nada. Bibi es igual que Moshé Feiglin, pero con una capa de maquillaje, afirman. Los resultados de las primarias obligarán a Netanyahu a quitarse rápidamente la máscara.

La gran pregunta que hay que hacerse ahora es: ¿Bibi moderó realmente sus opiniones políticas en los últimos años con el fin de sobrevivir, luego de darse cuenta de que nadie en el mundo compra las posiciones de la ultraderecha israelí? ¿o se limitó a simular cuando pronunció el discurso de Bar Ilán sobre la solución de dos Estados, o cuando mantuvo reuniones con líderes mundiales sin modificar sus puntos de vista en lo más mínimo?

¿Será que Bibi pasó ya por el mismo proceso que experimentaron en su momento Begin padre, Sharón, Olmert, Meridor, Livni y otros, quienes finalmente acabaron comprendiendo que no existe forma alguna de venderle al mundo las aspiraciones territoriales de la ultraderecha?

Hace mucho tiempo ya que el primer ministro se dio cuenta de que no es posible simular delante de todos todo el tiempo; por eso, con los años, intentó comercializar nuevos productos. Ahora, con Feiglin duplicando su fuerza en las primarias, Bibi tendrá que hacer frente a aquella cruel elección que trató de evitar durante años: Volver a sus raíces - al tiempo que afirma que eso es lo que quieren sus votantes - o enfrentar a los miembros de su partido, pronunciando un mensaje más o menos así:

«Queridos amigos: Lo intenté. Ustedes saben mejor que nadie cuánto lo intenté. Sin embargo, no hay forma de exportar sus sueños. El mundo no está dispuesto a comprar nuestra ideología; y sin el apoyo del mundo, no podremos existir».

Bibi añadirá: «En este momento, yo soy responsable del destino de toda la nación, no sólo de los miembros del Likud, y con el debido respeto, aún no fui capaz de encontrarle la vuelta para que Obama, Sarkozy, Putin, Cameron y Merkel se pongan de nuestro lado. Feiglin puede hablar todo lo que quiera, pero a fin de cuentas yo soy el responsable».

En un futuro cercano, Bibi hará de cuenta que Feiglin no le molesta para nada, pero no es verdad. Los resultados de las recientes primarias lo obligarán a pasarse a la ultraderecha - a menos que, de hecho, siempre estuvo allí, y solamente trató de simular ante todo el mundo.

Si esta última posibilidad es la que habrá de verificarse - y eso es lo que parece que va a suceder -, nuestra situación diplomática y de seguridad empeorará drásticamente.

Si el 80% de los judíos de Israel cree que Dios existe, es mejor invocarlo ahora mismo; pronto vamos a necesitarlo con urgencia.