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Apoyo, incertidumbre y rechazo a pacto de Grupo 5+1 con Irán

Festejos en TeheránLo que para muchos es un sueño hecho realidad, el acuerdo que las potencias mundiales firmaron con Irán para limitar su sospecho proyecto nuclear, se convirtió en un aluvión de voces encontradas, desde la alegría en Teherán y la satisfacción de Obama hasta la manifiesta desconfianza de Israel, Arabia Saudita y los dirigentes republicanos del Congreso norteamericano, que no vieron mucho para celebrar.

El acuerdo - firmado por el Grupo 5+1 (Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania) con Irán -, bajo la supervision de la Unión Europea (UE), limita de manera significativa dicho programa nuclear durante los próximos 25 años para evitar que Teheráb fabrique armas atómicas. A cambio, se levantan las sanciones que azotan al régimen de los ayatolás y afectan los bolsillos de millones de iraníes, que salieron a festejar a las calles. En todo caso, se trata de un acuerdo preliminar que deberá estar rubricado para el 30 de junio.

Desde el punto de vista diplomático, el pacto pondría fin a décadas de aislamiento de Irán. Así lo entendió el presidente Hassan Rohani, que durante un discurso en la televisión estatal dijo que el acuerdo abre un nuevo capítulo en la cooperación internacional.

«Hoy es un día que permanecerá en la memoria histórica de Irán. Algunos piensan que debemos luchar contra el mundo o rendirnos a las potencias. Nosotros decimos que no es ninguna de esas afirmaciones. Hay una tercera manera. Podemos tener cooperación con el mundo», señaló.

Su objetivo fue tanto garantizar el derecho de Irán a su programa nuclear civil como a impulsar la economía logrando el fin de las sanciones contra el país. Y eso es lo que se consiguió en las negociaciones en Lausana.

«Queríamos que, además de las centrifugadoras, también la rueda de la economía volviera a girar», agregó Rohani.

Desde Estados Unidos, que Irán solía definir como «el Gran Satán», Obama saludó sin matices el «entendimiento histórico» y lo comparó con los pactos para el control de armas nucleares que sus antecesores alcanzaron durante la Guerra Fría con la Unión Soviética.

Pero las críticas no se hicieron esperar, con el acento de los detractores puesto en que se trata de un arreglo insuficiente que no despeja las dudas sobre las verdaderas intenciones nucleares de Irán ni desmantela su potencial destructivo.

Las voces más airadas llegaron de Israel, que sigue viendo amenazada su existencia por Irán. El primer ministro, Binyamín Netanyahu, aseveró que el acuerdo constituye «un gran riesgo para la región y para el mundo, y pone en peligro la supervivencia del Estado de Israel».

Entre otras cosas, criticó que las sanciones vayan a levantarse rápidamente. «El acuerdo reforzará considerablemente la economía iraní. Por lo tanto, le dará a Irán los medios para impulsar su agresión y su terror en Oriente Medio», sostuvó. Y dio su receta: «Mantenerse firme, aumentar la presión sobre Irán hasta que se alcance un buen acuerdo».

La nueva etapa de aquí a junio deja mucho espacio para negociar la reglamentación del convenio, incluido el ritmo del levantamiento de sanciones que preocupan a Israel.

El canciller de Francia, Laurent Fabius, admitió que el retiro de las sanciones es «un punto aún muy complicado. Los iraníes quieren que se levanten todas e inmediatamente. Nosotros les decimos que hay que levantarlas a medida que se vaya comprobando el cumplimento de los compromisos», dijo

Su par de Alemania, Frank Steinmeier, subrayó en cambio la importancia de las negociaciones de Lausana, donde «se apartaron del camino obstáculos que habían impedido cualquier acuerdo con Irán en los últimos diez años».

También se hizo oír la voz de Arabia Saudita, el gran competidor de Irán por la influencia en Oriente Medio, en una conversación telefónica que el rey Salmán bin Abdulaziz al-Saud tuvo con Obama. Allí buscó garantías de que Irán no dará el salto hacia la armas nucleares y que Washington no soltará la mano de Riad.

Al Saud expresó su esperanza en que se alcance «un acuerdo final vinculante, que lleve a una mayor seguridad y estabilidad en la región y en el mundo».

Obama, por su parte, invitó a los seis miembros del Consejo de Cooperación del Golfo, que lidera Riad, a reunirse con él en un esfuerzo de garantizarles su seguridad contra cualquier amenaza de Irán.

El Gobierno chino dio la bienvenida al acuerdo y pidió que se complete el proceso, que podría poner fin dentro de tres meses a 12 años de conflicto con la República Islámica.

«China da la bienvenida al importante consenso alcanzado entre los países implicados», declaró en una rueda de prensa en Pekín Hua Chunying, portavoz del Ministerio de Exteriores chino.

Hua subrayó que el acuerdo se trata de «una buena noticia para el mundo» y transmitió que el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, presente en los días previos en las negociaciones advirtió de que «se requieren más tratativas».

Aun sorteadas las críticas y reservas de las potencias mundiales y de los países de Oriente Medio, quienes podrían torpedear el acuerdo son los propios norteamericanos. En concreto, los republicanos de un Congreso que debe dar su visto bueno y que nunca vio con buenos ojos las negociaciones de Obama.

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