Una prohibición controvertida a trabajadores palestinos de usar autobuses de colonos para regresar a Cisjordania tras una jornada laboral en Israel entró en vigencia, pero tres horas después se suspendió abruptamente tras un coro de protestas.
Las críticas llegaron no sólo de la oposición de izquierda - Paz Ahora habló de «apartheid» -, sino también del presidente del Estado, Reuvén Rivlin.
La marcha atrás fue tan vertiginosa que el viceministro de Defensa, Eli Ben Dahán, quien se había presentado en el Parlamento para justificar la medida, descubrió, para su sorpresa, que mientras hablaba la decisión ya había sido suspendida.
En el centro de la polémicas se encuentra la línea 86, que une Tel Aviv con la ciudad de Ariel, en Cisjordania. En principio fue creada para beneficiar a los colonos, pero, con el tiempo, un número creciente de operarios palestinos que trabajan en Israel descubrió que el hecho de usarla les permitía ahorrar mucho tiempo y dinero para regresar a casa.
Ante esa situación, los pasajeros israelíes, sintiendo incomodidad por ser una minoría ante un número creciente de palestinos, impulsaron presiones políticas al Ministerio de Defensa para que se «encuentre una solución».
De ese modo, nació un proyecto piloto de una duración de tres meses que entró en vigencia. El proyecto preveía que decenas de miles de trabajadores palestinos entren por la mañana a Israel a través de pasos militares y que vuelvan, a la noche, transitando por sus puestos de control y no con la línea 86.
Esa línea recorre una autopista e ingresa en las profundidades de Cisjordania sin ningún control militar.
Según el ministro de Defensa, Moshé Yaalón, el proyecto - que de momento es objeto de revision - fue dictado por la necesidad de cerrar una «falla de seguridad». Pero alrededor de su figura se desencadenó una andanada de críticas: desde el jefe de la oposición, el laborista Itzjak Herzog, hasta el ex ministro del Likud, Gideon Saar.
Según Herzog, «la separación de israelíes y palestinos en el transporte público echa más leña al fuego de las críticas hacia Israel en el resto del mundo. Es una medida miserable que nada tiene que ver con la seguridad del Estado. Israel necesita un liderazgo responsable», dijo.
«Esta separación en los autobuses va a perjudicar a los colonos así como a la imagen de Israel en el mundo», sostuvo Saar por su parte.
El propio primer ministro Binyamín Netanyahu - alarmado por un título del diario «Haaretz» publicado en coincidencia con la visita a Israel de la ministra de Exteriores de la Unión Europea (UE), Federica Mogherini - intimó a que cancelen de manera inmediata la iniciativa.
Rivlin, quien representa el ala liberal del Likud, observó que «los valores democráticos de Israel no pueden ser víctimas de las consideraciones de seguridad. La separación de líneas de transportes para árabes y para judíos es inimaginable», enfatizó.
«Un concepto de ese tipo contrasta con los mismos fundamentos del Estado de Israel», agregó.
En línea similar, otro exponente liberal del Likud, el ex ministro Dan Meridor, sostuvo que «la verdadera amenaza a la seguridad llega cuando discriminamos, separamos o humillamos a los palestinos».
«No se trata de 'apartheid', declaró el diputado ultranacionalista religioso, Mordejai Yogev, para justificar la medida.
«La situación es insostenible con los autobuses repletos de palestinos, que en ocasiones agreden sexualmente a mujeres israelíes, sobre todo a las que prestan el servicio militar», añadió.
Según un informe del Banco Central de Israel, 92.000 palestinos trabajan en Israel en forma legal o ilegal. Según el Ministerio de Defensa, sólo 52.000 de ellos tienen un permiso para trabajar.
Notas relacionadas:
Israel: Palestinos e israelíes usarán autobuses diferentes
Yaalón prohíbe a palestinos compartir autobuses con colonos
Israel: Línea de autobuses sólo para palestinos