El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, puede dar por descontada su reelección el próximo martes, pero deberá optar entre aliarse con la ultraderecha o con el centro para definir su respuesta al programa nuclear iraní, el conflicto con los palestinos y al creciente malestar social.
Las encuestas de hoy en todos los medios locales anuncian una derechización mayor del Parlamento, lo cual podría acabar con un acuerdo definitivo con los palestinos y acentuar el riesgo de aislamiento del Estado hebreo.
En el plano interno, el próximo gobierno deberá aprobar rápidamente drásticos recortes para frenar el aumento del déficit presupuestario, pero también adoptar medidas para contener el descontento provocado por el aumento del costo de la vida y de las disparidades sociales.
La oposición laborista lo marca de cerca en las cuestiones económicas. Por el flanco ultraderecho, Naftali Bennett, que irrumpió con fuerza al frente del partido Habait Haiehudí, apoyado por los habitantes de los asentamientos judíos en Cisjordania, condena sus declaraciones de apoyo a la creación de un Estado palestino.
Las encuestas de hoy muestran que la alianza entre el Likud de Netanyahu e Israel Beiteinu de Liberman podría obtener entre 32 y 33 escaños, frente a los 42 actuales que poseen.
Pese a ese fuerte retroceso, Netanyahu sigue siendo favorito para mantenerse en el cargo.
El mandatario centró su campaña en la necesidad de estabilizar la economía y puso énfasis en su experiencia militar, reivindicando su línea dura ante el programa nuclear iraní y la campaña de bombardeos aéreos contra dirigentes de organizaciones terroristas en la Franja de Gaza.
Pero para formar gobierno, Netanyahu deberá buscar nuevas alianzas que mostrarán sus intenciones en temas esenciales como la construcción o la ampliación de los asentamientos, las negociaciones con los palestinos y la cuestión iraní.
Los laboristas, con 16-17 bancas en las encuestas, ya descartaron entrar en el gabinete, pero Habait Haiehudí, que seguramente se consagrará como tercera fuerza, con 13-14 bancas en los sondeos, podría ganar varias carteras ministeriales centrales que impidan cualquier intento de solución posible.
En ese caso, Netanyahu podría optar por un gabinete exclusivamente de derecha, aunque también se menciona la posibilidad de que ofrezca algo a nuevos partidos centristas, como Hatnuá, de la ex canciller Tzipi Livni, (8 bancas en los sondeos) o Yesh Atid (11), liderado por Yair Lapid.
«Pienso que Netanyahu invitará a todos. Cuanto más partidos haya en una coalición, menor será el riesgo de chantaje por parte de uno u otro», dijo Efraim Inbar, del Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat de la Universidad de Bar Ilán.
Livni, según las conjeturas, podría aceptar la invitación y balancear el peso de la ultraderecha en el gobierno.
La dirigente insistió durante la campaña en la necesidad de reanudar las negociaciones con los palestinos, estancadas desde 2010.
Su nombramiento podría ser una buena señal para Estados Unidos y Europa, que incrementan la presión para reactivar el proceso de paz. Pero se encontraría con la oposición de otros probables miembros de la coalición, como Bennett, que no sólo se opone a la creación de un Estado palestino, sino que además propone acelerar la política de colonización.
La política ante Irán, sospechado por Israel y gran parte de la comunidad internacional de querer dotarse del arma atómica, es otro asunto esencial.
El ala moderada del Likud se vio marginada durante la campaña electoral, lo cual debería afianzar la influencia de los extremistas en la futura coalición y encender debates sobre la necesidad de un ataque preventivo contra instalaciones nucleares de la República Islámica.
La cuestión iraní llevará igualmente el foco en las malas relaciones de Netanyahu con el presidente estadounidense, Barack Obama, que también acaba de ser reelecto. Los comentaristas consideran que el primer ministro israelí se empeñará en reparar los vínculos.
El próximo gobierno israelí también deberá seguir con atención la evolución de la llamada «primavera árabe», que volvió menos seguras las fronteras del Estado hebreo con Egipto y Siria y amenaza las pocas alianzas regionales de Israel.
La mayor parte de los israelíes está sin embargo más preocupado actualmente por asuntos interno que por la geopolítica regional y, según las encuestas, ven a Netanyahu como el candidato más apto para responder a esas expectativas.
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