La clase política israelí interpretó como una prueba del verdadero rostro de Hamás la promesa, hecha el sábado en Gaza por el líder de la organizació terrorista, Khaled Mashal, de «liberar toda Palestina», que incluye el territorio del Estado judío.
Mashal había subrayado en numerosas ocasiones y en contradicción con los principios fundacionales de Hamás, su disposición a aceptar un acuerdo que implique la creación de un Estado palestino en el 22% de la Palestina histórica, aunque sin reconocimiento del vecino Israel.
Sin embargo, en presencia de cientos de profesores y alumnos en la Universidad de Gaza, Mashal lanzó un duro discurso en el que abogó por «no ceder un milímetro de Palestina desde el río Jordán hasta el Mediterráneo».
Las palabras de Mashal aún resonaban en Israel, donde coparon las portadas de la prensa local.
El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, aprovechó la apertura de la reunión semanal del consejo de ministros para denunciar las declaraciones y cargar contra el presidente palestino, Mahmud Abbás, por buscar la reconciliación con Hamás, cuyo líder exhorta a la destrucción de Israel.
«Este domingo fuimos expuestos de nuevo al verdadero rostro de nuestros enemigos. No tienen intención de llegar a acuerdos con nosotros, quieren destruir al Estado. Fracasarán, por supuesto. En los anales de la historia, nuestro pueblo, nosotros, el pueblo judío, venció a esos enemigos», declaró.
Netanyahu criticó a Abbás, que rechaza el recurso a la violencia contra Israel para poner fin a la ocupación, por no haber emitido una declaración de condena de las palabras de Mashal - así como no condenó los recientes lanzamientos de misiles desde Gaza - y por negociar la reconciliación con Hamás.
«Nosotros, en el Gobierno, no nos hacemos ilusiones. Queremos una paz verdadera con nuestros vecinos, pero no cerraremos los ojos y enterraremos la cabeza en la arena. No estamos preparados para repetir el mismo error de una retirada unilateral y retiradas que, de hecho, llevaron a Hamás a tomar control de Gaza», señaló.
Netanyahu apuntó en este sentido su asombro por las ilusiones que albergan quienes piden a Israel que ponga fin a la ocupación de Cisjordania en pro de la paz.
«Si cedemos más territorio, en este caso Judea y Samaria a la misma gente, el resultado, por supuesto, será otra Gaza en las afueras de Jerusalén, Tel Aviv, Hadera y Kfar Saba», argumentó.
Horas más tarde, en un acto de encendido de la segunda vela de Jánuca, fue todavía más explícito sobre la necesidad de «preservar los intereses fundamentales"de Israel frente a las presiones internacionales, aunque suponga renunciar a los aplausos del mundo».
Netanyahu trazó un paralelo entre «quienes hoy odian a los judíos», en referencia al discurso de Mashal, y los que lo hacían durante el episodio histórico que Israel conmemora en Jánuca.
También el titular de finanzas, Yuval Steinitz, del mismo partido, el Likud, interpretó las palabras de Mashal como una prueba de la futilidad de retirar soldados y colonos israelíes de suelo palestino.
«La visita de Mashal a Gaza nos recuerda exactamente con quién lidiamos. Algunos tratan de crear la ilusión a la ciudadanía de que si cedemos un poco más la paz estará a la vuelta de la esquina; se equivocan», aseguró.
Por su parte, el presidente israelí, Shimón Peres, contradijo a Netanyahu y señaló en una conferencia en Jerusalén que «Israel tiene que elegir entre Gaza y Cisjordania, entre Hamás y el presidente Abbás. Tenemos dos claras opciones. Nadie es perfecto, pero una es correcta y la otra equivocada. Tenemos que elegir entre Mashal y Abbás».
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