Ante la gravedad de los enfrentamientos entre partidarios islamistas del presidente egipcio, Mohamed Mursi, y opositores laicos, el gobierno decidió enviar tanques al Palacio Presidencial para separar a los adversarios y evitar otra batalla campal que ya dejó un saldo de cinco muertos.
La organización Hermanos Musulmanes, que defiende al presidente Mursi, denunció que los cinco muertos eran de sus simpatizantes.
Vehículos blindados de transporte de tropas también acudieron a las calles próximas al palacio, para desplegarse y detener los violentos. El jefe de la Guardia Republicana dijo que las fuerzas desplegadas fuera del palacio fueron enviadas para separar a los detractores y seguidores del presidente, y no para oprimirlos. Tras hacer un llamado a mantener la calma, el general Mohamed Zaki aseguró que las tropas no serían usadas contra los manifestantes.
«Las Fuerzas Armadas no serán utilizadas como herramienta para oprimir a los manifestantes», declaró.
Además de los cinco muertos, el ministerio de Salud dijo que cinco personas murieron y otras 350 resultaron heridas en los recientes disturbios, que exacerbaron la peor crisis desde que Mursi tomó el poder como primer presidente del país tras el levantamiento popular que derrocó a Hosni Mubarak en febrero de 2011.
El Ejército desempeñó un papel crucial para acabar con los 30 años de régimen de Mubarak al sucederlo y asumir el poder durante un periodo de transición, pero hasta ahora se mantuvo apartado de esta crisis.
Los detractores de Mursi lo acusan de tratar de crear una nueva autocracia concediéndose poderes extraordinarios mediante un decreto del 22 de noviembre, y su enfado creció aún más cuando la Asamblea dominada por islamistas aprobó un borrador de Constitución que según sus detractores no representa adecuadamente las aspiraciones de todo el país, sino sólo la de los islamistas. Pese a la fuerte presión en la calle, Mursi insiste en celebrar el referéndum constitucional el 15 de diciembre.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, telefoneó a Mursi para pedirle que dialogue con la oposición y para expresarle su preocupación por la estabilidad del país árabe más poblado, al que Estados Unidos entrega 1.300 millones de dólares en ayuda militar.
El presidente Mursi tendió una mano a las fuerzas de la oposición para celebrar un diálogo nacional y, como prueba de buena fe, dijo que estaría dispuesto a invalidar el decreto por el que se ponía por encima de la ley.
En un esperado discurso a la nación, Mursi convocó para este sábado a todos los grupos políticos, jóvenes de la revolución y los jueces con el fin de «lograr un acuerdo global para salir de la division».
Los temas que se abordarán en la reunión serán la ley electoral, el Consejo de la Shura (Cámara alta del Parlamento) y el referéndum sobre la nueva Constitución.
Sin embargo, las primeras reacciones de los manifestantes ante el Palacio Presidencial fueron de ira - muchos de ellos evocaron los últimos discursos de Hosni Mubarak - y la sede principal de los Hermanos Musulmanes fue asaltada por un grupo de protesta.
Pese a abrir la opción a negociar sobre el plebiscito, Mursi subrayó que «el Estado se prepara para celebrar el referéndum, y si el pueblo lo acepta, comenzará la construcción de las instituciones estatales».
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