El Comité de Coordinación de Resistencia Popular (PSCC, por sus siglas en inglés), un movimiento de resistencia pacífica palestino, anunció nuevas estrategias originales para extenderse e involucrar a la sociedad civil como alternativa a manifestaciones violentas.
«Llevamos casi una década defendiendo la resistencia popular y nuestro objetivo para 2013 es extender el movimiento. Queremos llevar nuestro modelo a la calle, a todas las personas, no sólo a los poblados por los que pasa la cerca de seguridad israelí o a los que les expropian tierras», explicó Abdallah Abu Rahma, coordinador de la organización.
El último logro del PSCC fueron cinco campamentos montados cerca de territorios ocupados por asentamientos judíos en Cisjordania o en aquellos donde existen planes israelíes para establecer nuevas colonias.
A pesar de que fueron rápidamente desmantelados por el Ejército hebreo y haber provocado la detención de varios de sus activistas, los campamentos Bab el Shams, Bab el Karama, Al Manatir, Canaan y Burín, lograron devolver la ilusión a la población palestina de poder realizar actos efectivos de resistencia y convencer de la utilidad de usar métodos no violentos.
El éxito fue aún mayor si se tiene en cuenta que dos de los campamentos no fueron organizados por el PSCC sino que surgieron espontáneamente de iniciativas populares en comunidades hasta ahora ajenas a este tipo de lucha.
Desde 2003 nacieron 13 comités de resistencia en pueblos amenazados por la construcción de la cerca de separación israelí, en los que los vecinos se manifiestan cada viernes en forma más o menos pacífica, sin armas pero a veces arrojando piedras contra los soldados judíos.
Fuerzas del Ejército israelí las reprimen con métodos antidisturbios, como es denunciado permanentemente por distintas organizaciones defensoras de los derechos humanos.
En los últimos meses, al tiempo que se mantenían las protestas semanales, se lanzaron nuevas acciones, novedosas y sorpresivas, en las que cada vez participan más voluntarios, y se ampliaron las actividades de formación en derechos humanos y activismo no violento.
Así, en octubre de 2012, activistas palestinos cortaron durante 40 minutos la ruta 443, que une Tel Aviv con Jerusalén a través de Cisjordania, en buena parte de la cual los palestinos tienen prohibido circular.
Abu Rahma afirmó que cada vez hay más voluntarios que quieren unirse al grupo y anunció la edificación próxima de nuevos campamentos.
Según el activista, las protestas lograron que Israel cambie el recorrido de la cerca de seguridad en Bilín y en Budrus, donde se recuperaron tierras que ahora se cultivan.
Abu Rahma explicó que no es fácil convencer a la gente de que deje de tirar piedras, ya que ésta fue la principal arma en la primera Intifada en 1987 y ya forma parte de la cultura palestina.
Aunque todavía buena parte de los palestinos considera inútil apostar por formas de resistencia no violentas, el movimiento crece poco a poco con financiación europea y de la Autoridad Palestina, y confía en erigirse en una alternativa que aleje el fantasma de una tercera Intifada.
Por eso, para Abu Rahma el mayor éxito es haber tratado de cambiar la forma en que el mundo ve la lucha palestina.
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