Un discurso del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, en una conferencia sobre islamofobia celebrada en Viena, en el que tildó al sionismo de «crimen contra la humanidad” y lo equiparó al antisemitismo y al fascismo, amenaza con arruinar el proceso de reconciliación diplomática entre Israel y Turquía.
Las relaciones entre ambos países quedaron gravemente dañadas por el abordaje en 2010 del Ejército israelí a la flotilla turca que pretendía romper el bloqueo a la Franja de Gaza, en el que murieron nueve ciudadanos turcos.
«Deberíamos hacer un esfuerzo por comprender la cultura de los demás, pero en lugar de eso vemos cómo la gente actúa movida por prejuicios, y excluye a otros, y los desprecia», dijo Erdogan en el quinto foro en la ONU de la Alianza de Civilizaciones.
«Por eso es necesario que consideremos el sionismo, el antisemitismo, el fascismo y la islamofobia como un crimen contra la humanidad», agregó.
El Gobierno israelí protestó enérgicamente por estas declaraciones, que generaron una polémica diplomática justo en una jornada en la que el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, se encontraba en Turquía para una breve visita.
«Condeno enérgicamente la comparación que el primer ministro turco hizo entre el sionismo y el fascismo», dijo el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, en un comunicado. «Se trata de un enunciado oscuro y mendaz, de los que pensábamos que eran cosa del pasado en este mundo», añadió.
Representantes del departamento de Estado norteamericano que acompañaron con Kerry en su primer viaje al extranjero dijeron a los medios que la comparación de Erdogan es «particularmente ofensiva y puede tener un efecto corrosivo para las relaciones entre Turquía y EE.UU».
El portavoz de la Casa Blanca, Tommy Vietor, rechazó en un comunicado «la caracterización del primer ministro Erdogan del sionismo como un crimen contra la humanidad, porque es ofensiva y errónea».
De fondo, en este asunto, está la resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas número 3379, aprobada en 1975, que declaraba «al sionismo como una forma de racismo y discriminación racial». Israel se opuso firmemente a ella, y puso como condición para participar en la conferencia de paz de Madrid de 1991 que fuera revocada, algo que sucedió en diciembre de aquel año.
Tras el comentario de Erdogan, el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, aplaudió y estrechó la mano del primer ministro. Luego se apresuró a enviar un comunicado en el que dijo que «si los comentarios sobre el sionismo se interpretaron de forma correcta, entonces no sólo son erróneos, sino que contradicen los principios básicos sobre los que se cimienta la Alianza de Civilizaciones».
Turquía fue el primer país de mayoría musulmana que reconoció a Israel en 1949. Durante décadas, ambos países mantuvieron sólidos lazos económicos y militares.
En 2010, ante la muerte de nueve ciudadanos turcos en el abordaje israelí a la flotilla, Ánkara exigió disculpas a Israel. El Gobierno de Netanyahu se negó, alegando que los soldados hebreos fueron atacados. Ánkara llamó a consultas a su embajador en Tel Aviv y expulsó al jefe de la misión diplomática israelí.
En las últimas semanas ambos países habían comenzado un tímido proceso de reconciliación.
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