Los pronósticos de una regionalización de la guerra civil siria empezaron a cumplirse. Dos misiles impactaron en Dahia, uno de los barrios de Hezbolá en Beirut, un día después de que la organización terrorista libanesa prometió seguir luchando en defensa del régimen de Bashar al-Assad «hasta la victoria».
Se trata del primer ataque que tiene aparentemente como objetivo un feudo de Hezbolá en el sur de la capital libanesa desde que, hace algo más de dos años, comenzara el conflicto en la vecina Siria, que exacerbó las propias tensiones sectarias en Líbano.
Según informó el diario israelí «Haaretz», el primero de los dos cohetes Grad impactó sobre una concesionaria de automóviles y causó heridas a cuatro personas, entre ellas tres trabajadores sirios. El segundo alcanzó una casa y provocó importantes daños materiales sin dejar víctimas.
«Este incidente está probablemente relacionado con el conflicto sirio. Los autores de este ataque son terroristas y vándalos que no quieren la paz y la estabilidad para Líbano», afirmó el presidente libanés, Michel Sleiman.
El ataque se produjo un día después de que el líder de Hezbolá, el jeque Hassan Nasrallah, comparara a Siria con «la retaguardia de la Resistencia».
«La resistencia no puede quedarse de brazos cruzados cuando su retaguardia está expuesta y cuando su apoyo se quiebra», señaló Nasrallah.
La autoría de los ataques de no está clara. Mientras Selim Idris, jefe del comando militar rebelde de Siria, dijo a la cadena Al-Arabiya que sus fuerzas no habían perpetrado el incidente y llamó a los insurgentes a mantener el conflicto dentro del territorio sirio, otro jefe rebelde, Ammar al-Wawi, declaró a la cadena LBC de Líbano que el bombardeo era una advertencia a las autoridades libanesas para que contengan a Hezbolá.
Las reacciones en el exterior no se hicieron esperar. El canciller francés, Laurent Fabius, condenó la extensión del conflicto a Líbano. «La guerra en Siria no debe convertirse en la guerra en Líbano», indicó.
El conflicto en Siria polarizó a Líbano, donde musulmanes sunnitas respaldan a los rebeldes sirios y los chiítas de Hezbolá apoyan a Al Assad. En Trípoli, la principal ciudad del norte de Líbano, los combates entre partidarios y detractores del presidente sirio no cesan. En la última semana, por lo menos 31 personas murieron, según las autoridades libanesas.
En tanto, Damasco anunció que «en principio» asistirá a la conferencia internacional programada para junio en Ginebra, según adelantó el canciller sirio, Walid al-Moualem, durante una visita a Bagdad.
Pero en una aparente refutación de los llamados de Occidente para que Al Assad entregue el poder como parte de cualquier acuerdo para una transición política, Al Moualem agregó: «Ninguna potencia en la tierra puede decidir sobre el futuro de Siria».
Estados Unidos y Rusia propusieron que se celebre una conferencia internacional de paz para poner fin a una guerra civil que acabó con la vida de más de 90.000 personas y convirtió a 1,5 millones de sirios en refugiados en el extranjero.
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