Las Fuerzas Armadas de Egipto derrocaron al presidente electo, Mohamed Mursi, anularon la Constitución y anunciaron un período de transición política, en un golpe de Estado apoyado por líderes opositores, religiosos y de organizaciones juveniles.
Horas después del golpe, los Hermanos Musulmanes, el movimiento islamista de Mursi, denunció que el derribado mandatario y varios miembros de su equipo fueron puestos bajo arresto en el cuartel de la Guardia Presidencial en El Cairo, aunque la noticia no fue confirmada por las autoridades de facto.
Millones de opositores congregados en la plaza Tahrir y en otras ciudades estallaron en júbilo tras el anuncio del Ejército, que llegó luego de cuatro días de marchas exigiendo la renuncia de Mursi y de enfrentamientos con seguidores del presidente que dejaron 40 muertos.
En su primera reacción pocos minutos después del anuncio del jefe del Ejército, el general Abdel Fatah Al Sisi, Mursi denunció a través del canal de televisión de los Hermanos Musulmanes, Misr25, a las Fuerzas Armadas egipcias por dar un «golpe de Estado» contra su gobierno y llamó a «todos los hombres libres del país» y a los altos mandos militares a rechazarlo.
Mientras tanto, decenas de miles de seguidores de los Hermanos Musulmanes se congregaron en la Universidad de El Cairo y en la zona de Ciudad Nasser, en el otro extremo de la ciudad respecto de Tahrir, para protestar contra el golpe de Estado.
«El Ejército está prendiendo fuego las calles, llamando a la guerra civil. Estas personas que apoyan a Mursi están dispuestas a dar su vida en esta situación», afirmó Yasser Soliman, un partidario del derrocado presidente, en declaraciones a la cadena de noticias Al Jazeera.
Más temprano, rodeado de líderes de la oposición y dignatarios religiosos, el general Al Sisi declaró en un mensaje televisado que Mursi rechazó el diálogo con la oposición que pedían las Fuerzas Armadas y que su discurso , en el que se negó a renunciar, no estuvo «a la altura de las expectativas del pueblo».
Al Sisi prometió que «las Fuerzas Armadas se mantendrán siempre al margen de la política» y advirtió que el Ejército y la policía actuarán de manera «decisiva» contra cualquier reacción violenta.
Según explicó el jefe del Ejército, el «período de transición» que comienza en Egipto estará guiado por cuatro puntos: la disolución de la Constitución Nacional; la convocatoria a elecciones presidenciales anticipadas; la asunción transitoria a la presidencia del presidente de la Corte Suprema Constitucional, Adly Mansour, que estará al frente de un Gobierno de unidad nacional hasta que se lleven a cabo nuevas elecciones; y la formación de un comité encargado de analizar reformas a la constitución, especialmente a aquellas enmiendas aprobadas durante el año de gobierno de Mursi.
A su vez, mientras líderes de todo el mundo reaccionaban por el golpe de Estado en Egipto, el Gobierno israelí evitó hacer declaraciones al respecto.
El jefe del Ejecutivo hebreo, Binyamín Netanyahu, instó a los ministros de su gabinete a no pronunciarse acerca de la crisis institucional que afecta al país vecino alegando que se trata de un problema interno que debe ser resuelto por las autoridades locales.
Dos días antes del golpe, Israel autorizó el despliegue de tropas egipcias en la zona del Sinaí, en la frontera con la Franja de Gaza, para frenar supuestos enfrentamientos armados entre opositores y simpatizantes del presidente derrocado.
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