El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, adelantó que el informe de los inspectores internacionales en Siria aportará pruebas «abrumadoras» sobre el uso de armas químicas en el ataque del mes pasado contra posiciones rebeldes.
Aunque no identificó a los responsables, puesto que eso no figuraba en el mandato original de esa comisión, Ban acusó en esa misma declaración al presidente sirio, Bashar al-Assad, de haber cometido «muchos crímenes contra la humanidad».
El informe oficial, que será hecho público la próxima semana, es el resultado de la investigación que los inspectores hicieron sobre el terreno unos días después del ataque del 21 de agosto, que precipitó la amenaza de una intervención militar de Estados Unidos.
Ban anticipó que en ese ataque murieron alrededor de 1.400 personas, la misma cifra mencionada por el Gobierno norteamericano cuando presentó los datos obtenidos por sus servicios de inteligencia.
Hace una semana se habría podido decir que este informe fortalecía la causa de Barack Obama, que entonces buscaba respaldo para una intervención militar. Ahora, cuando la Administración norteamericana está explorando una nueva vía para resolver el conflicto mediante la negociación con Rusia, es posible que esta revelación se convierta en un inconveniente.
Se espera que, una vez que se conozcan los detalles, el informe ratificará sustancialmente las denuncias hechas anteriormente por Washington, y, aunque el presidente ruso, Vladimir Putin, podrá seguir sosteniendo que los rebeldes se dispararon sobre sí mismos para provocar la intervención de Estados Unidos, no es probable que su tesis encuentre muchos seguidores en otros países.
Lo que es indiscutible es que el informe llega en un momento bastante incómodo, tanto para Putin como para Obama, quienes, mientras se publicaban las noticias de Nueva York, estaban poniendo en marcha en Ginebra un proceso que se presumía muy largo y complejo para encontrar una solución diplomática.
Las conversaciones en Ginebra continuaron por segundo día sin progresos tangibles. El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, calificó el diálogo de «constructivo», pero no dio a conocer acuerdos ni avances en esa dirección, más bien síntomas de demora.
Tanto Kerry como su colega ruso, Sergei Lavrov, decidieron continuar los contactos en Nueva York a finales de este mes en el marco de la próxima Asamblea General de la ONU. Tratando de disimular la falta de resultados hasta ahora, ambos diplomáticos sostuvieron igualmente la necesidad de levantar la vista y enmarcar el diálogo sobre las armas químicas en otro más ambicioso para conseguir un acuerdo de paz en Siria.
«Estamos comprometidos a intentar trabajar juntos, empezando por esta iniciativa sobre las armas químicas, con la esperanza de que estos esfuerzos puedan dar resultado y llevar paz y estabilidad a una parte del mundo actualmente en guerra», declaró Kerry en una conferencia de prensa conjunta. Inmediatamente después aclaró que el acuerdo de paz no sería posible sin resolver antes el problema de los arsenales químicos.
La idea de una conferencia de paz en Ginebra entre los bandos en conflicto en Siria y los países con intereses en la región volvió a surgir, pero ahora en circunstancias más difíciles, cuando Estados Unidos amenaza con una intervención militar en Siria como respuesta al uso de armas químicas por parte del régimen de Assad.
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