El 20° aniversario de los Acuerdos de Oslo pasó casi desapercibido en Israel y la Autoridad Palestina (AP), aunque sus bases políticas sigan tan vigentes como hace dos décadas y formen parte de las actuales negociaciones.
«Sin Oslo y con la inestabilidad en el mundo árabe, Israel estaría hoy en una situación terrible; tendría un único campo árabe enemigo y no existiría un presidente palestino, como Mahmud Abbás, dispuesto a sentarse a negociar un acuerdo definitivo», afirmó el presidente israelí, Shimón Peres, uno de los principales artífices del acuerdo, citado por el diario «Haaretz».
«Antes de Oslo había sólo un movimiento palestino que era compatible con el terrorismo. Como resultado de los acuerdos, ese movimiento se dividió, uno de ellos se pronunció contra la violencia y a favor de la paz con Israel, algo que nunca tuvimos antes», recordó Peres.
«Oslo cambió la cara de Oriente Medio, a veces para bien y otras menos, y encarriló el proceso para la solución al conflicto entre nosotros y los palestinos. Fue la plataforma para la fórmula de dos Estados que ahora adoptó el Gobierno israelí y la gran mayoría de los ciudadanos del país», agregó.
«Para alcanzar una solución hay que mirar hacia adelante y hacer un esfuerzo para conseguir el final del terrorismo y de la violencia. Con ello se conseguirá la solución de dos Estado, uno para el pueblo judío y otro para el pueblo palestino, uno al lado del otro en coexistencia, reconciliación y cooperación; soy optimista», señaló el presidente hebreo.
Yossi Beilin, otro de los principales promotores de los acuerdos y ex ministro Justicia israelí, destacó que Oslo abrió las puertas a la paz con Jordania y rebajó el boicot económico y diplomático del mundo árabe a Israel.
Beilin afirmó que los acuerdos salvaron al sionismo y al movimiento nacional palestino. «Si no fuera por Oslo, Israel hubiera continuado sus aventuras en Cisjordania y Gaza, con más asentamientos y anexiones de territorios, y nos hubiéramos convertido en un Estado binacional con una tragedia al estilo de la ex Yugoslavia», añadió.
«Del lado palestino, los Acuerdos de Oslo pusieron fin al rechazo de la existencia del Estado de Israel», recalcó.
Reconociendo graves errores en ambas partes, Beilin advirtió que «la ilusión en ese momento nos impidió ver la dimensión del extremismo en ambas partes que llevó al asesinato de Rabín y a la segunda Intifada. Por eso ahora es necesario frenar a los extremistas. Es decepcionante que no hayamos avanzado más sabiendo que no hay mejor alternativa», aseveró.
También líderes palestinos salieron esta semana en su defensa. El asesor presidencial de la Autoridad Palestina, Nabil Shaat, reconoció que los acuerdos permitieron que los temas principales que dividían a ambos pueblos fueran puestos por primera vez en una agenda mutua para alcanzar un acuerdo definitivo.
«La importancia de Oslo radica en su esencia, que está tan viva hoy como hace 20 años y que, con pequeñas adaptaciones, formó parte de todas las negociaciones entre israelíes y palestinos desde entonces, incluidas las reiniciadas en julio pasado», aseguró.
«Cuando Yigal Amir asesinó a Rabín, Arafat me dijo: 'Nabil, el proceso de paz se acabó. Y así fue, efectivamente». Para Shaat, la principal lección de Oslo es que «no tiene que haber una negociación bilateral - que es lo que se está haciendo ahora por enésima vez -, sino una implicación decidida de la comunidad internacional, así como la creación de un mecanismo de arbitraje en el caso de que las partes no nos pongamos de acuerdo», manifestó.
«Además, no deberíamos dejar nada para el futuro, es decir llegar a acuerdos interinos, que ya se revelaron inútiles», añadio Shaat.
«La comunidad internacional creyó entonces en cualquier proceso que sentara juntas a las dos partes, ignorando la inmensa disparidad entre ocupante y ocupado, y cerrando los ojos a las violaciones israelíes del derecho internacional», explicó el negociador palestino, Saeb Erekat, citado por «Haaretz» con motivo del aniversario.
«La mayor parte del fracaso de Oslo se debe a la impunidad de Israel; y sólo si la comunidad internacional deja de tratarle como un Estado que está por encima de la ley las dos partes podremos negociar de igual a igual», agregó Erekat, que encabeza las actuales negociaciones.
«Ambas partes no supimos llevar los frutos de la paz a toda la población y sólo las élites se beneficiaron de Oslo. Hay que aprender la lección, seguir las negociaciones para un estatuto definitivo, acabar con el terrorismo, aumentar la cooperación, mejorar la economía y crear una cultura de paz que llegue a todos los habitantes», aconsejó Beilin.
Veinte años y seis puntos de discordia: Jerusalén, fronteras definitivas, asentamientos, seguridad, agua y refugiados. Si hay una firme voluntad política y el necesario apoyo popular, israelíes y palestinos llegarán a una solución en los seis temas, si bien la soberanía sobre Jerusalén, con todo su simbolismo religioso e histórico, es la gran asignatura pendiente y quizás imposible sin una mediación internacional y el apoyo de los líderes religiosos.
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