Los presidentes de Israel y Polonia, Reuvén Rivlin y Bronislaw Komorowski, inauguraron en Varsovia el Museo de Historia Judía, donde recordaron la importancia de mantener vivo el recuerdo del pueblo judío en ese país masacrado por la barbarie nazi.
El propio Rivlin, que eligió Polonia para su primera visita oficial a un país extranjero, es descendiente de emigrantes judío-polacos que se trasladaron a Palestina en el siglo XIX y representa esa diáspora judía que abandonó Europa Central en muchos casos víctimas de abusos y de persecuciones antisemitas.
«El museo resume la historia y los lazos entre nuestras dos naciones, los momentos buenos y malos que atravesamos, pero lo más importante es mirar hacia el futuro para fortalecer la relación entre los dos pueblos», dijo Rivlin.
«En el corazón de cada judío, incluso en el corazón del judío que no tiene orígenes polacos, el nombre de Polonia despierta temores y anhelos, porque este país se convirtió en el lugar de nacimiento del espíritu del pueblo judío pero, por desgracia, también en su mayor cementerio judío», añadió el presidente.
Polonia, el país donde la Alemania nazi llevó a cabo los actos más siniestros del Holocausto, abrió las puertas de su Museo de Historia Judía, un impresionante edificio con el que quiere recuperar la herencia de un milenio de presencia.
Antes de que Hitler llevase a cabo la aniquilación sistemática de la comunidad judía en Polonia, el país centroeuropeo era el auténtico santuario judío en Europa, con un 10% de la población, en proporción la más alta del continente
Las persecuciones, el antisemitismo y finalmente la guerra llevaron a gran parte de los judíos a emigrar, y hoy cuatro de cada cinco judíos estadounidenses y casi dos de cada tres en todo el mundo tienen raíces polacas resultado de esa diáspora, según cifras del diario «Rzeszpospolita» citado por «The Jerusalem Post».
Actualmente la presencia judía en Polonia es mínima: se calcula que apenas 30.000 de los 3,5 millones que residían antes de la Segunda Guerra Mundial, y pasa desapercibida en un país que parece haber olvidado un milenio de historia común.
«Sí, el problema es que nos hemos olvidado de esa herencia que dejaron los siglos de presencia judía, apenas quedan rastros de la importante comunidad judía que un día habitó Polonia», explicó en Varsovia al diario «Yediot Aharonot» la responsable de la exposición permanente del Museo de Historia Judia, la antropóloga estadounidense de origen judío Barbara Kirshenblatt.
La exposición permanente aborda sin complejos la complicada relación que a lo largo de la historia mantuvieron judíos y gentiles en Polonia, con episodios tan dolorosos como los pogromos del siglo XIX, el boicot a los negocios judíos en los años '20 y '30 y del siglo pasado y las expulsiones masivas de 1968.
Uno de los episodios más vergonzosos de esa complicada coexistencia es el que tuvo lugar en 1940 en el pueblo de Jedwabne, donde, según el profesor Jan T. Gross, los polacos persiguieron a sus vecinos judíos hasta encerrarlos en un granero al que prendieron fuego, provocando la muerte de al menos 300 personas.
El museo muestra cómo los judíos prosperaron en Polonia y lo frágil que resultó ser su presencia, que se esfumó durante la Segunda Guerra Mundial, señaló Kirshenblatt, quien ve en la exposición un recuerdo implícito del peligro que el antisemitismo puede suponer en Europa.
En total, 4.000 metros cuadrados repartidos en ocho salas de exposición permanente creados por dos historiadores judíos y polacos, así como sociólogos y otros especialistas, que describen los 1.000 años de vida judía en Polonia.
El edificio del museo, una moderna construcción verde translúcida, ilumina el barrio obrero de Muranów, donde rodeado de un parque contrasta con las construcciones comunistas circundantes.
El arquitecto responsable de este museo es el finlandés Rainer Mahlamaki, quien en 2007 diseñó una estructura que costó cerca de 100 millones de dólares, en su mayoría financiados por el Gobierno de Polonia pero también por instituciones y personas privadas, tanto judíos como polacos.
Fotos: Gentileza Oficina de Presidencia del Estado
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