El presidente de EE.UU, Barack Obama, anunció los nombramientos del ex senador de Nebraska, Chuck Hagel, y su consejero de antiterrorismo, John Brennan, como nuevos jefes del Pentágono y de la CIA, respectivamente.
De ser confirmados, Hagel sucederá a Leon Panetta al frente del Departamento de Defensa y Brennan a Michael Morell, director en funciones de la agencia de espionaje, después de que el general David Petraeus dimitiese por su «affair» extramatrimonial.
Conocedor del difícil proceso de confirmación en el Senado que le espera a Hagel, Obama quiso destacar que este combatiente voluntario de Vietnam «es el líder que nuestras tropas merecen».
El presidente también trató la controvertida cuestión de los recortes militares, que tendrá que abordar Hagel, un republicano. Al mismo tiempo, hizo alusión a que «sabe que mandar a los estadounidenses a luchar y sangrar en el barro es algo que se hace cuando es absolutamente necesario. Representa el consenso que necesitamos en Washington. Defendió sus ideas incluso cuando no eran populares. Es el espíritu que quiero en mi Administración», declaró de Hagel, al que muchos no consideran un «conservador de verdad».
Precisamente, serán los republicanos los que más trabas pondrán a la confirmación de este veterano condecorado con dos corazones púrpura. A los conservadores y a los judíos demócratas del Congreso les preocupa sobre todo unas declaraciones que Hagel hizo en 2006 sobre la política estadounidense respecto a Israel.
«El lobby judío AIPAC intimida a los legisladores. No soy senador judío, soy senador estadounidense», aclaró entonces Hagel que también tendrá que rendir cuentas por su voto en contra de las sanciones a Irán.
Analistas politicos israelíes y norteamericanos sostienen que si AIPAC decide oponerse a la confirmación de Hagel por parte del Senado, podría poner en riesgo sus relaciones con Obama.
Además, si lanza la campaña y pierde, su imagen de supuesta invencibilidad, que se ganó en los últimos 30 años logrando la aprobación en el Congreso legislativo de resoluciones de apoyo a las políticas de Israel, recibirá un duro golpe.
Pero si no interviene, permitirá que un puesto clave para los intereses de Israel sea ocupado por un hombre que se enorgullece de su independencia.
Hagel expresó un fuerte escepticismo, si no oposición, sobre los llamados a atacar a Irán y, a pesar de haber apoyado en el pasado las necesidades militares de Israel, no vaciló en criticar públicamente al gobierno israelí y a sus partidarios por haber llevado adelante acciones que, en su opinión, dañaron los intereses estratégicos de Washington en Oriente Medio.
«La nominación de Hagel presenta para AIPAC un difícil dilema», sostuvo Stephen Walt, profesor de la Universidad de Harvard. «Seguramente no les guste su enfoque racional sobre Irán y su disposición a decir la verdad sobre ciertas políticas israelíes, pero es un héroe de guerra condecorado y difícilmente se muestre hostil a Israel», añadió.
También se opone a su designación el editor de «Weekly Standard», William Kristol, quien lidera el Comité de Emergencia por Israel, Rubin y otros acusan a Hegel de ser antisemita y de mostrar hostilidad hacia el Estado judío.
La campaña contra Hagel es dirigida principalmente por los neoconservadores republicanos, cuyas opiniones políticas se acercan a las del derechista partido Likud israelí, y en algunos casos al movimiento de los colonos judíos en Cisjordania, mientras que AIPAC, la Liga Antidifamación y el Comité Judío Estadounidense (AJC), así como numerosos grupos cristianos sionistas, como Cristianos Unidos por Israel se manifiesta de forma más discreta.
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