El escritor israelí Nir Baram (38) entró por completo a la herida más grande que dejó la historia del siglo XX: los horrores del Holocausto. Esa máquina feroz de exterminio que echó a andar el nazismo en los años '40 y que eliminó a seis millones de judíos.
Baram, que reside en Jerusalén, optó por el camino difícil: escribir una historia sin victimizar a su pueblo e ir más allá de las crónicas y testimonios registrados por décadas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
«Los escritores israelíes no aprovechamos suficientemente la libertad literaria para superar el realismo heredado de las generaciones precedentes y dejar atrás el Holocausto y la victimización como temas recurrentes», señaló.
Expresión de las nuevas camadas de escritores hebreos, Baram aseguró que la literatura israelí «estuvo impregnada por un realismo vinculado con la burguesía y el conflicto con los palestinos».
«Los escritores israelíes a partir de 1948 y durante la década del '60 practicaron el realismo con influencia soviética porque provenían de esa tradición, pero ahora podríamos escribir sobre ciencia ficción, por ejemplo», comparó.
Baram es el autor de «Las buenas personas», una novela ambientada durante la Segunda Guerra Mundial que generó intensas polémicas en Israel, porque el joven autor propuso dejar atrás «la victimización», el Holocausto y Auschwitz.
Por el contrario, el escritor Amós Oz, una de las celebridades de la literatura israelí, saludó la aparición de «Las buenas personas», una crítica positiva que «me cuesta todavía cargar sobre mis espaldas», aseguró Baram.
Para los detractores de «Las buenas personas», Baram no sólo no habla del Holocausto, sino que además recrea personajes que colaboran con los nazis y con el espionaje soviético, instalando un debate «moral» sobre las complicidades con el genocidio.
En especial, es polémico el personaje de Thomas Heiselberg, un joven judío de Berlín que termina colaborando con la maquinaria nazi.
«Thomas no se siente parte de nada, sólo le importa su estatus social y emprende una búsqueda existencial sin sentimientos de pertenencia», explicó Baram.
El autor israelí aseveró que «permanecimos estancados en la banalidad del mal que nos provocó pereza intellectual».
Baram, nacido en el seno de una familia de dirigentes políticos del Partido Laborista, que le proporcionaron al Estado dos ministros (su abuelo Moshé Baram y su padre Uzi Baram), disparó una intensa polémica con «Las buenas personas».
«Cuando se publicó la novela muchos se preguntaron que estaba haciendo, porque toda novela sobre la Segunda Guerra Mundial escrita por un israelí básicamente debía hablar sobre el Holocausto y yo rompí ese esquema», afirmó.
Pero la polémica literaria se convirtió en «odio» a causa de sus columnas de opinión en «Haaretz» con su visión crítica de la «ocupación y la represión en los territorios palestinos».
«Sentí que recibía mucho odio, especialmente después de participar de debates sobre el conflicto en programas de televisión», recordó.
«En esos días, me di cuenta de que no debería haber salido a hablar, porque a veces no es fácil hacerse cargo de tanto odio. Pero al mismo tiempo me siento parte de un sector de la sociedad israelí», agregó.
«Las buenas personas» se editó recientemente español y el año próximo aparecerá «Las sombras del mundo», una novela «sobre el capitalism» que se inicia en Bolivia y recorre Europa, finalizando en Oriente Medio donde un joven israelí amasa una fortuna beneficiándose del proceso de paz.
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