La llegada a Israel desde Japón de un tipo de medusa verde fosforescente y con capacidad de rejuvenecerse muestra «cambios dramáticos» en el Mediterráneo que podrían resultar en la llegada de especies peligrosas, según un estudio de la Universidad de Haifa.
Se trata de la medusa denominada Aequorea Macrodactila (Cnidaria Hydrozoa), de la cual fueron detectados varios ejemplares por primera vez en el Mediterráneo, en concreto en la bahía de Haifa y más al sur, en Beit Yanai cerca de Natania.
Según el investigador Guy Mizrahi, su presencia anuncia «cambios en el medio ambiente marino que podrían permitir que otras medusas, peligrosas para los humanos, migrasen a esta zona y causaran daños significativos y dramáticos"».
La medusa avistada por primera vez, pequeña, fluorescente, verde, devoradora de placton, de pocos centímetros y con la extraña propiedad de rejuvenecerse y volver al estado de embrión tras alcanzar la edad adulta, no es peligrosa para los humanos, pero sí un anuncio de lo que podría venir.
Este animal (que puede vivir entre los 1.500 y diez metros de profundidad) probablemente llegó a costas israelíes a través de barcos mercantes, aunque también existe la posibilidad de que ya habitase en el fondo del Mediterráneo y ahora se haya trasladado a aguas más superficiales, según el estudio de Mizrahi y el investigador Eli Shemesh.
En cualquier caso, su supervivencia en la superficie es para Mizrahi una prueba de que este mar está sufriendo enormes cambios, potencialmente peligrosos y que «son resultado de la intervención humana en la naturaleza, como la pesca excesiva, que podría estar esquilmando a los enemigos de las medusas».
Otro factor podría ser el calentamiento de los mares.
De momento, un primer cambio es que este ser fluorescente compite por comida con la población de peces local, especialmente por placton y pequeños crustáceos.
«La preocupación es que cambios en el medio ambiente marino permitan que otras medusas, peligrosas para los humanos, emigren a este área y provoquen daños significativos y dramáticos. Deberíamos cuidarnos para no permitir que nuestro mar se convierta en gelatinoso como resultado de actividades humanas», advirtió Mizrahi.
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