Sus atajadas, salidas arriesgadas y liderazgo la llevaron a Israel, país que desde hace cuatro meses disfruta del talento de esta portera que por su osadía la llaman la Higuita del fútbol femenino.
En Israel pasan los días de Sandra Milena Sepúlveda, jugadora que creció en Niquía, Bello, donde su familia la extraña, pero al mismo tiempo se consuela al saber que «está cumpliendo su sueño», confiesa Amparo Lopera, ama de casa y madre de la arquera de la selección femenina de fútbol de Colombia.
Sandra siempre luchó para actuar en un club del exterior, aunque nunca imaginó que esa oportunidad surgiría a sus 27 años en el único Estado judío del mundo que la acogió, y donde dice sentirse «cómoda, amañada» y dispuesta a prolongar su contrato, que termina en mayo.
Los temores que sentía al llegar a una nación que vive en permanente conflicto con los árabes desaparecieron cuando conoció la amabilidad de su gente. «Los vecinos cada rato me invitan a comer; la cultura de los israelíes es impresionante, aquí no hay bulla, no escuché el primer tiro y siento que no me equivoqué al aceptar este reto».
Entre risas, Sandra relata que hay personas que ven las series de televisión colombianas y al saber su origen le mencionan a Pablo Escobar. En su papel de «embajadora» les dice que Medellín cambió y progresó mucho. Y amplía conceptos sobre James, Falcao y David Ospina, tres referentes del fútbol colombiano.
En las calles de Kiryat Gat, sede del equipo Macabi Kiryat Gat, Sandra Milena, a pesar de ser una de las tres extranjeras, pasa inadvertida. Ni siquiera las compañeras conocían su trayectoria, pues cuando les muestra los videos se sorprenden de que alguien con tanta experiencia esté allí.
Su presencia en esa institución se debe al presidente Moshé Maguén, que la vio actuar en los Panamericanos y el Mundial, ambos en Canadá en 2015. Se enamoró de su juego y confía que con su liderazgo y seguridad puedan ser campeonas y alcanzar el cupo en la Champions.
Sandra nunca había vivido sola. Además de cumplir con los entrenamientos mañana y tarde, y de competir en la liga, cocina para ella y se capacita. Dedica dos o tres horas diarias a estudiar hebreo, aunque confiesa que con el inglés se defiende. También tiene pendiente terminar su licenciatura en Educación Física.
La alimentación tampoco fue obstáculo para ella, pues dice que las frutas y las verduras abundan en Israel y todo lo hace en casa. «Afuera la comida es muy picante y prefiero no arriesgarme».
Actuar en la liga israelí femenina es rentable; máximo viniendo de un país en el que no hay competencia y donde, a diferencia de los hombres, las mujeres no puede vivir del fútbol.
La ex jugadora de Formas Íntimas, aparte de disfrutar su «enriquecedora experiencia» en el fútbol israelí, se ilusiona con ir a los Juegos Olímpicos con Colombia, clasificación en la que hizo un gran aporte. Sabe que para las chicas que están afuera son difíciles las convocatorias por los compromisos con los clubes, pero el presidente del Macabi Kiryat Gat, que valora su trabajo, le aseguró que tiene su respaldo.
En Israel, esta bella simpática y reflexiva arquera cumple uno de sus sueños y abre puertas. «Aquí me tratan superbién, quiero seguir».
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