No hay peor ciego que el que no quiere ver. Los actos de violencia de los barrabravas del equipo israelí, Beitar Jerusalén, traspasaron todos los códigos de conducta sin que se le ponga freno.
«La Familia» - así se autodenomina la barrabrava beitarí, que en los partidos de local ocupa la tribuna este del Estadio Teddy de la capital de Israel - se caracterizó desde siempre por sus consignas ultranacionalistas y xenófobas.
El equipo beitarí fue castigado en varias oportunidades por las consignas y cantos racistas contra jugadores árabes y negros. Se llegó a tal punto que hace pocas semanas, cuando se supo que el presidente del club, el multimillonario Arkadi Gaidamak había conseguido los servicios de dos jugadores de origen musulmán provenientes del Terek Grozny checheno, los fanáticos de «La Familia» iniciaron una campaña en contra de su llegada. Incluso colocaron una pancarta en la tribuna que decía «Beitar pura para siempre».
La reacción ante esa muestra de racismo no se hizo esperar. Tanto el presidente de Israel, Shimón Peres, como el alcalde de Jerusalén, Nir Barakat, y autoridades de UEFA que se enteraron del asunto, reclamaron una acción más firme del club, de la Asociación de Fútbol del país y de la policía para que hechos de tal naturaleza no se repitan.
La Asociación castigó a Beitar cerrando la tribuna este por cinco partidos cuando oficie de local. Pero las aguas no llegaron a buen puerto. El club declaró que se guarda el derecho de no permitir el ingreso de violentos. Tal decisión encendió mas la puja entre la directiva y «La Familia».
Los dos jugadores musulmanes chechenos llegaron al país y si bien el club y buena parte de la hinchada beitarí intentaron darle una calurosa bienvenida, los integrantes de «La Familia» expresaron su disconformidad en los entrenamientos del plantel incluso alentando a los rivales que enfrentaron a Beitar por la liga, hecho que produjo gran malestar en el plantel y en los dirigentes.
La policía fue saliendo de a poco de su letargo y llevó a juicio penal a algunos hinchas violentos identificados por los insultos racistas en las canchas. La ministra de Deportes, Limor Livnat, consiguió a través de la Lotería Deportiva (Toto) dar una ayuda económica de 200 mil shekel (unos 54 mil dolares) al club con tal de erradicar a los violentos.
Pese a todo, en la madrugada del viernes «La Familia» siguió con las suyas provocando el incendio de la sede de Beitar ubicada al lado de la cancha de entrenamiento en el barrio jerosolimitano de Bait Vagán. El gerente del club, Itzik Korenfein, quien venía siendo amenazado por su actuación en la llegada de los dos jugadores chechenos, declaró consternado que el fuego quemó la historia de Beitar: trofeos, medallas, fotos históricas, documentos y objetos que pertenecieron a ídolos del club; todo quedo en cenizas sin que los bomberos pudiesen hacer nada para evitar el daño.
Las voces de repulsa al vandálico acto llegaron hasta el primer ministro Binyamín Netanyahu, que emitió una enérgica nota de condena.
Este domingo Beitar Jerusalén debe enfrentar en el Estadio Teddy a Bnei Sajnín, el equipo galileo de la comunidad árabe en el marco de la 22ª fecha de la liga israelí de primera división. Cabe esperar que quienes están encargados en velar por el orden del éspectaculo, tomen las medidas del caso y no permitan a los violentos de «La Familia» el ingreso a la tribuna.
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