El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, continuará al frente del ejecutivo tras las elecciones celebradas este martes, a juzgar por los resultados del escrutinio facilitados por la Comisión Electoral Central.
Con el 99% de los votos escrutados, el Likud, con 30 escaños, aventaja en 6 al Grupo Sionista que lidera el laborista Itzjak Herzog.
Dada la gran fragmentación del Parlamento, de 120 diputados, para formar gobierno se requiere el apoyo de al menos 61 de ellos, que suponen la mayoría absoluta.
Sobre la eventual coalición de gobierno, el ex ministro israelí de Exteriores y número 6 en la lista del Likud, Silván Shalom, explicó que lo más probable es que esté integrada por el Likud y las formaciones ultranacionalistas Habait Haiehudí de Naftali Bennet e Israel Beiteinu del canciller saliente Avigdor Liberman, que obtienen 8 y 6 escaños, respectivamente.
Además incluiría a los partidos ultraortodoxos Shas, con 7, Iahadut Hatorá, con 7, y el centroderechista Kulanu de Moshé Kahlón, con 10.
En total, Netanyahu disfrutaría de una holgada mayoría de 68 parlamentarios, todos ellos de la esfera política derechista y religiosa, mucho más homogénea que la que tuvo hasta ahora, y por lo tanto en principio más estable.
En una comparecencia ante sus seguidores en Tel Aviv, Netanyahu defendió la necesidad de «formar lo antes posible un gobierno fuerte y estable con todos nuestros socios naturales».
Netanyahu dijo haber hablado esta con todos los líderes del grupo nacional a los que instó a unirse a él y «formar un gobierno sin más dilaciones».
«La realidad no descansa y la ciudadanía espera de nosotros que formemos un liderazgo responsable que trabaje para ella y así lo haremos», afirmó el primer ministro, quien incidió en la necesidad de formar un ejecutivo «que se preocupe por la seguridad y el bienestar de todos los ciudadanos de Israel».
«Tenemos por delante grandes retos, estamos ante enormes desafíos diplomáticos, económicos y de seguridad», manifestó Netanyahu, que prometió «resolver el problema de la vivienda y de la carestía de la vida» en Israel.
«Contra todas las posibilidades conseguimos una gran victoria para el Likud», afirmó el mandatario hebreo, interrumpido constantemente por sus seguidores con gritos de «Bibi, Bibi» y «Es un mago, es un mago», en alusión a su proverbial habilidad para ganarse el favor del electorado incluso en los momentos más complicados.
Los sondeos previos a las elecciones otorgaban a su partido escasos 20-21 diputados, frente a los 24-25 que concedían al Grupo Sionista.
Aunque sin duda estará en el gobierno, el gran derrotado es el partido ultraderechista Habait Haiehudí, de Bennet, que de momento sólo obtiene 8 diputados, por debajo incluso del centroderechista Kulanu de Kahlón.
Ya en la tarde del martes, Bennet reconoció que «la cosa no pinta bien», para su partido y acusó al Likud de robarle parte de su electorado a pesar de que ambos se declararon lealtad en medio de la campaña.
De hecho, a lo largo de la jornada electoral, Netanyahu incluso aseguró que la primera llamada que haría para formar gobierno sería al líder de Habait Haiehudí.
Por su parte, el líder de Kulanu, Moshé Kahlón, que abandonó el Likud hace dos años por desavenencias con el primer ministro, se negó a revelar sus próximos pasos y a anunciar si le dará su apoyo para que forme el próximo gobierno.
«Cuando acuda ante el presidente Rivlin recomendaré a cualquier candidato que opte por una agenda social», señaló Kahlón, aunque la realidad de los resultados hace indicar que no le quedará más opción que apoyar la candidatura de Netanyahu incluso si no entra en su gobierno.
En la oposición se situarán el Grupo Sionista, con 24 escaños; la Lista Conjunta Árabe, con 13; el partido de centro Yesh Atid, con 11; y Méretz con 4 bancas.
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