El nuevo gobierno de Binyamín Netanyahu, uno de los más derechistad de la historia de Israel, se verá inmediatamente confrontado a la presión de estadounidenses, europeos y palestinos, cada vez más frustrados por la falta de progreso en las negociaciones de paz.

Durante el primer consejo de ministros, Netanyahu hizo declaraciones vagas para no alarmar a las capitales extranjeras.

«Continuaremos promoviendo una solución diplomática, mientras preservamos los intereses vitales y la seguridad de los ciudadanos de  Israel», declaró.

Al mismo tiempo, el presidente estadounidense, Barack Obama, aseguraba que «una solución de dos Estados» y, por lo tanto, la creación de un Estado palestino en coexistencia con  Israel, era «absolutamente crucial».

El nuevo gobierno israelí está firmemente anclado a la derecha del espectro político. Muchos de sus ministros se oponen a la creación de un Estado palestino, elemento central en prácticamente cualquier plan de resolución del conflicto.

Además, la mayoría apoya la política de asentamientos en Cisjordania, una política considerada ilegal a ojos de la comunidad internacional y como uno de los mayores obstáculos para reanudar las tratativas.

El diario «The Jerusalén Post» imaginó el contenido de los mensajes enviados por los diplomáticos extranjeros en Israel sobre la política de un «gobierno de la extrema derecho».

El rotativo señaló que, aunque Netanyahu se reservó el puesto de ministro de Exteriores para sí, la diplomacia será conducida en el día a día por la ministra adjunta Tzipi Hotovely, «partidaria de la solución de un solo Estado (el israelí), que piensa que los judíos deben tener derecho a rezar en el Monte del Templo y que mantiene una relación estrecha con la dirigencia de los asentamientos en Cisjordania».

El propio Netanyahu prometió durante su campaña que continuaría la colonización de los territorios palestinos y enterró la idea de un Estado palestino, retractándose poco después.

Pero, para los palestinos y numerosos diplomáticos, las declaraciones de campaña sólo confirmaron el hecho de que Netanyahu nunca quiso un Estado palestino.

Tras años de frustración por parte de la comunidad internacional y el fracaso de una enésima tentativa de paz en 2014, Washington se enfrentó a Netanyahu, dando entender que podría replantearse su histórico apoyo a Israel en las instituciones internacionales si el gobierno hebreo no cambia su postura.

Los palestinos pretenden continuar su ofensiva diplomática y judicial contra un gobierno «de guerra», ante los organismos internacionales, principalmente ante la Corte Penal Internacional (CPI), que baraja la posibilidad de investigar al ejecutivo israelí por crímenes de guerra en Gaza tras la operación «Margen Protector» contra Hamás en julio y agosto de2014.

La Unión Europea (UE) también estudia sus opciones. Varios Estados miembros solicitaron que se reanude el etiquetado de productos procedentes de los asentamientos judíos mientras Israel ya se enfrenta a iniciativas de boicot no gubernamentales en todo el mundo.

La alta representante para Asuntos de Exteriores y Políticas de Seguridad de la UE, Federica Mogherini, que se llegará a Jerusalén esta semana para reunirse con Netanyahu, pidió a Israel dar marcha atrás a los planes para ampliar asentamientos al considerar que ponen en peligro la solución de los dos Estados y arrojan dudas sobre su compromiso de negociar un acuerdo con los palestinos.

A su vez, el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, criticó las últimas decisiones de Israel para expandir asentamientos en Cisjordania y en barrios de Jerusalén Este y recordó que estos son ilegales bajo la legislación internacional.

El diplomático coreano urgió al nuevo gobierno israelí a «detener y dar marcha atrás a este tipo de decisiones».

Ban recordó que la comunidad internacional «no reconocerá acciones unilaterales sobre el terreno» y señaló que el status de Jerusalén «solo puede resolverse a través de negociaciones».

Israel debrá defenderse incluso en el ámbito del fútbol. El presidente de la FIFA), Sepp Blatter, se entrevistará este martes con Netanyahu y el miécoles con el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás, antes de un congreso el 29 de mayo en el que la AP reclamará la suspensión de la federación israelí.

El tiempo de vida del nuevo gobierno israelí es incierto, ya que reposa sobre una mayoría muy precaria. Netanyahu dejó la puerta abierta a una ampliación de su coalición, pero el líder de la oposición, el laborista Itzjak Herzog, en alusión al actual ejecutivo, declare en el Parlamento que se niega a unirse a «ese circo».

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