Entre la vergüenza y la estupefacción, el presidente israelí, Reuvén Rivlin, condenó el atentado terrorista judío en la localidad cisjordana de Duma, en el que murió el bebé Alí Dawabsha, de sólo 18 meses, y en que sus familiares resultaron heridos de gravedad.
«Para mi pesar, parece que hasta ahora fuimos flojos en nuestro tratamiento del fenómeno del terrorismo cometido por judíos», declaró.
Rivlin exhortó a que el Estado y la sociedad israelí hagan «una seria introspección».
«No interiorizamos suficiente que nos enfrentamos a un grupo decidido y peligroso, ideológico, que aspira a destruir los frágiles puentes que tan denodadamente intentamos tender», agregó.
Según el mandatario, «cuanto más comprendamos el peligro significativo que esto supone para el Estado de Israel, más seremos conscientes de cómo enfrentarlo y arrancarlo de raíz».
El pequeño murió quemado a raíz del incendio provocado en su casa por judíos radicales que rompieron las ventanas de la vivienda mientras la familia dormía y lanzaron botellas incendiarias.
Sus padres y su hermano de cuatro años están gravemente heridos, con quemaduras en más del 80 por ciento de su cuerpo, y se encuentran internados en hospitales israelíes. Se teme que el menor pierda las piernas.
«El bebé murió quemado vivo, no por el humo. Fue horrible», declaró Hatem Dawathe, vecino de Duma.
«Llegamos un grupo de unos diez vecinos a la casa. El padre, la madre y el niño de cuatro años estaban muy malheridos fuera. Él nos rogó que entráramos por el bebé e intentáramos ayudarlo. Lo hicimos, pero el humo lo hizo imposible», dijo frustrado el testigo.
También el primer ministro hebreo, Binyamín Netanyahu, condenó el ataque. «Todo el mundo en Israel está conmocionado por este acto terrorista condenable que golpeó a toda una familia», señaló luego de visitar al menor hospitalizado.
«Los médicos están haciendo todo lo que pueden para salvarles la vida. Cuando uno está al lado de la cama de este niño pequeño, y su hermano, apenas un bebé, fue brutalmente asesinado, se conmociona y se enfurece. Lo condenamos. Tolerancia cero contra el terrorismo», dijo Netanyahu.
Pero los palestinos no creen en los lamentos de la dirigencia hebrea. No es la primera vez que elementos extremistas toman la ley en sus manos, seguros de que cualquier blanco es legítimo cuando desean tomar represalias contra los palestinos por atentados contra israelíes.
Todo apunta a que el violento ataque se derivó del malestar y la ira generada esta semana entre la comunidad colona por el derribo de dos edificios de viviendas en el asentamiento de Beit-El, por orden del Tribunal Supremo, y que dio lugar a enfrentamientos entre colonos ultranacionalistas y las fuerzas de seguridad israelíes. Pero al mismo tiempo, Netanyahu intentó compensar autorizando la construcción en el mismo lugar de 300 casas.
A eso se le suma una larga lista de ataques contra templos cristianos, mezquitas y propiedades de palestinos.
«Todos los días nos despertamos con noticias sobre un nuevo crimen israelí. Este es un crimen de guerra y un crimen contra la humanidad al mismo tiempo, y no nos vamos a mantener en silencio mientras existan los asentamientos y la ocupación», declaró el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás.
«Hablando con franqueza, este crimen fue cometido por el Gobierno israelí, porque impulsa la colonización y la expande en todas partes en Cisjordania y Jerusalén Oriental. Esto, claramente, anima a esos colonos criminales a hacer lo que están haciendo», acusó.
Para los palestinos es claro que en este tipo de crímenes de odio cometidos contra ellos, los árabe-israelíes o incluso los soldados del país, los responsables raramente son capturados, o no pagan sentencias suficientemente duras como para que su castigo sirva de disuasión para casos futuros.
Yaariv Oppenheimer, dirigente de Paz Ahora, una ONG israelí opuesta a la colonización de los territorios palestinos, asegura que este tipo de «agresiones por parte de los colonos se convirtió en una verdadera epidemia».
En la radio Kol Israel, Oppenheimer denunció «la indulgencia del Gobierno con la violencia antipalestina y los discursos de odio». Las ONG de defensa de derechos humanos lo corroboran. En mayo, la organización israelí Yesh Din estimó que el 85,3% de las denuncias de los palestinos por ataques de colonos quedaban archivadas.
Paz Ahora llegó a asegurar que detrás del asesinato del bebé está «la instigación por parte de figuras públicas de la extrema derecho» y la política de «premiar a los colonos» por acciones ilegales.
«Esto no surge de la nada. Viene de años de odio e incitación desde el más alto nivel de las figuras públicas de Israel», explicó Anat Ben Nun, portavoz de esta ONG.
Pero la sensación, al menos en Israel, es que algo cambió en la percepción sobre sus propios terroristas y el peligro que pueden suponer. Cabe recordar que hace exactamente un año, como respuesta al asesinato de los tres jóvenes israelíes secuestrados en Cisjordania, extremistas israelíes secuestraron y quemaron vivo al joven palestino Muhamad Abu Khdeir durante el mes de ayuno de Ramadán.
Los responsables están en prisión, pero la gran pregunta es, si los extremistas vuelven a atacar, por qué nada los amedrenta, o por qué su sensación es que no pagarán caro por sus crímenes. Esto pone a las autoridades israelíes ante un gran desafío.
Pero por otro lado, lo único que podrá cambiar la situación serán los hechos, no las palabras de condena.
El desafío de Netanyahu será hallar la forma de no dejar dudas acerca de su intención de «tolerancia cero» ante este tipo de atentados, más aun cuando se le señala por el hecho de que su coalición de gobierno alberga componentes que sostienen a los colonos y su plataforma radical.
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