El primer ministro hebreo, Binyamín Netanyahu, convocó con carácter de emergencia a los principales altos mandos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), el servicio secreto y la policía tras el asesinato el sábado de otros dos israelíes en el ataque de un terrorista palestino en Jerusalén.
La reunión tendrá lugar en la capital israelí inmediatamente después de que el mandatario regrese de Estados Unidos, donde se encontraba desde el martes con motivo de su participación en la Asamblea General de la ONU.
La convocatoria se produce después de que dos israelíes fuesen asesinados este sábado por un palestino en la Ciudad Vieja de Jerusalén en un ataque a puñaladas y tiros que conmocionó a la opinión pública.
Cientos de israelíes se manifestaron en el centro de la ciudad para protestar contra el ataque palestino y los medios hablan de la «continua negligencia» del primer ministro para afrontar los problemas de seguridad actuales.
«El pueblo exige venganza», gritaban cientos de manifestantes concentrados ante la residencia de Netanyahu, en una expresión espontánea de ira que expresa el sentir de gran parte de la población estos últimos meses.
Con las víctimas del sábado son ya cinco los israelíes asesinados en ataques palestinos en los últimos treinta días en la parte Este de la ciudad y en Cisjordania.
El pasado jueves, un matrimonio murió tiroteado en una carretera entre dos asentamientos judíos en otro atentado del que salieron ilesos sus cuatro hijos, y el pasado 13 de septiembre murió un quinto israelí, esta vez tras ser apedreado su coche por jóvenes palestinos en una carretera de la parte oriental de Jerusalén.
Excluyendo la guerra de Gaza de 2014, se trata del peor mes en años para Israel - por víctimas mortals - en su conflicto con los palestinos.
El diario Yediot Aharonot publicó en su titular de portada que la tercera Intifada comenzó, a la vez que los dirigentes de la oposición acusan a Netanyahu de «haber perdido el control de los hechos».
La situación en la zona empeoró en los últimos meses en relación con la situación en el Monte del Templo y la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén.
Los palestinos acusan a Israel de haber roto el status quo en ese lugar sagrado para el islam al permitir que ultranacionalistas mesiánicos judíos recen en ese lugar, una denuncia que Netanyahu negó rotundamente.
Israel sostiene que las visitas de turistas de todas las religiones están contempladas en el status quo alcanzado con Jordania y el Wakf islámico en 1967, y que durante éstas la policía prohíbe estrictamente cualquier oración.
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