El líder de la oposición israelí, el laborista Itzkak Herzog, parece haber dado un giro hacia un perfil derechista para defender la segregación de barrios árabes de Jerusalén Este y la terminación urgente de la barrera de separación en toda Cisjordania.
Herzog, que encabeza la coalición de centroizquierda Grupo Sionista, consideró que «la solución de dos Estados es imposible bajo las actuales circunstancias de violencia».
La oposición disputa así al gobierno ultranacionalista del primer ministro Binyamín Netanyahu la bandera política de la seguridad a ultranza.
«Propongo que estemos separados de tantos palestinos como se pueda, y tan rápidamente como sea posible. Ese el único tipo de coexistencia posible ahora», argumentó Herzog en su intervención en el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional en Tel Aviv (INSS).
«Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) deben mantener el control sobre toda Cisjordania para prevenir ataques terroristas, así como sobre la frontera en el Valle del Jordán. Pasados unos años, si la situación se tranquiliza, podremos empezar a discutir los siguientes pasos», reza la nueva fórmula del jefe de filas del laborismo para afrontar un conflicto vigente desde hace casi medio siglo.
Herzog abogó por una medida que amenaza la vigencia del principio de un Estado judío con «capital indivisible y eternal» en la Ciudad Santa.
«Tenemos que reunificar al auténtico Jerusalén, sin contar con cientos de miles de palestinos que deben permanecer al otro lado del muro», preconizó.
«Isawiya no forma ni debe formar parte de la capital de Israel. Lo mismo ocurre con el campo de refugiados de Shuafat. Vamos a separarnos de ellos», aseguró al referirse a barrios de Jerusalén Este que ya fueron bloqueados y sellados por el Gobierno en octubre, al inicio de la actual ola de violencia, que el propio Herzog no duda en calificar de tercera Intifada.
Este giro de las fuerzas políticas del centroizquierda israelí hacia posiciones de mano dura ante el conflicto palestino, coincide con la creciente preocupación de Estados Unidos y la Unión Europea (UE) por la política de Netanyahu en Cisjordania.
El Ejecutivo se dispone a aprobar la confiscación de unas 150 hectáreas de tierras cultivables en el Valle del Jordán, cerca de Jericó, para declararlas terrenos estatales y cederlas a colonos judíos.
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