En un tono inusualmente duro, el primer ministro palestino, Salam Fayyad, acusó al mundo de haber contribuido, con su condescendencia hacia Israel, a la muerte de un manifestante cerca de Ramallah, que propició nuevos disturbios saldados con doce palestinos heridos.
En un comunicado, Fayyad afirmó que «el silencio de la comunidad internacional y sus insuficientes esfuerzos para lograr que Israel se comprometa a poner fin a su política de violencia contra nuestro pueblo, contribuyen a minar aún más las vidas de nuestra gente y a que se cometiese este crimen».
El crimen en cuestión es la muerte de Talat Ramia, un joven de la localidad cisjordana de Al-Ram que resultó herido de bala en el pecho por un soldado israelí durante una protesta y falleció poco después en el hospital.
Ramia lanzó «fuegos artificiales a corta distancia contra un militar, que sintió que su vida estaba en peligro y, por lo tanto, abrió fuego y le hirió en un hombre», según la versión del Ejército israelí.
El incidente llevó a Fayyad, ex funcionario del Fondo Monetario Internacional respetado en las principales capitales occidentales, a publicar una reacción especialmente dura con la actitud del mundo hacia Israel, en particular la del Cuarteto para Oriente Medio.
«Lo que lleva a la continuación de esta política es no haber hecho responsable a Israel y haber seguido tratándolo como un Estado por encima de la ley», subrayó Fayyad antes de otorgar a la comunidad internacional «responsabilidad directa en la continuación de tales ataques».
Fayyad calificó de «nada seria» la intervención global frente al Gobierno de Netanyahu y la «práctica racista» de gestionar sin violencia las manifestaciones en Tel Aviv y concentrar el uso de la fuerza contra los palestinos.
«Habíamos advertido previamente y en más de una ocasión a diversos integrantes de la comunidad internacional del peligro del silencio hacia la política de Israel plasmada en el uso de la violencia contra las protestas no violentas palestinas», prosiguió.
En vez de «intervenir ante Israel para que ponga fin a estas prácticas, el Cuarteto sigue concentrando sus esfuerzos en revitalizar el proceso político, prácticamente paralizado desde hace año y medio», denunció.
Además de la indignación de Fayyad, la muerte de Ramia atrajo a centenares de personas a su entierro en Al-Ram, entre Jerusalén y Ramallah, que derivó en nuevos disturbios.
Tras el sepelio, decenas de jóvenes se congregaron en la entrada oriental de la localidad y se desató un enfrentamiento con soldados israelíes.
La protesta acabó con doce palestinos heridos por las fuerzas de seguridad israelíes, según informó la agencia palestina Maan.
En esta ocasión, los militares dispararon sólo balas recubiertas de caucho y gases lacrimógenos, sin recurrir a fuego real como el que acabó con la vida de Ramia, indicó uno de los participantes.
Los palestinos, por su parte, lanzaron piedras y cócteles molotov a los soldados y quemaron neumáticos, indicó un portavoz militar israelí.
Los choques se reprodujeron a menor escala en otros puntos de Cisjordania, donde se caldeó el ambiente por la entrada de policías israelíes en el Monte del Templo de Jerusalén.
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