La Asamblea General de la ONU aprobó por 138 votos a favor, 9 en contra y 41 abstenciones la nueva condición para los palestinos, que lo equipara con la condición del estado Vaticano.
El respaldo a la solicitud palestina superó incluso los cálculos más optimistas de la Autoridad Palestina y su presidente, Mahmud Abbás, por lo que el nuevo estatus viene acompañado de una victoria diplomática.
Pero para lo que Abbás es un triunfo, para el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, es un revés que algunos dentro de Israel salieron rápidamente a cobrarle.
La presidenta del opositor Partido Laborista, Shelly Yachimovich, consideró que el resultado en la ONU es consecuencia de la política exterior de Netanyahu y la profundización del estancamiento en el proceso de paz con los palestinos.
En declaraciones a la prensa local, Yachimovich, dijo que Netanyahu y su canciller Avigdor Liberman, «avergonzaron al país internacionalmente y le regalaron a los palestinos una victoria histórica».
Zahava Gal On, presidenta del partido de izquierda Meretz, afirmó que la comunidad internacional «le dio a Netanyahu una bofetada en la cara», aunque aseguró que la movida podría ayudar a que Israel se involucre de nuevo en el proceso de paz.
Sin embargo, a juzgar por las declaraciones de los principales voceros israelíes, es poco probable que el nuevo estatus palestino vaya a tener ese efecto.
El canciller Liberman consideró que el discurso de Abbás en la ONU, pidiendo un «certificado de nacimiento para Palestina», demuestra que no está interesado en la paz.
El especialista en asuntos diplomáticos del diario «Haretz», Avi Issacharoff, aseguró en un artículo que «Abbás nunca lo admitirá, pero le debe un enorme agradecimiento al gobierno israelí y en particular al canciller Avigdor Liberman».
«Hace unos pocos días atrás parecía que Abbás podía evaporarse de la conciencia palestina e internacional en vista de los logros de Hamás durante la operación «Pilar Defensivo», escribió Issacharoff, haciendo referencia a la reciente ofensiva militar israelí contra Gaza para neutralizar los ataques con cohetes de grupos radicales palestinos que venía sufriendo.
El analista destacó que ahora Abbás recuperó su posición de liderazgo, al menos en los círculos políticos del mundo árabe y logró un raro consenso entre los palestinos, divididos entre seguidores de Hamás, que gobierna en Gaza, y los del Al Fatah de Abbás que controla Cisjordania.
En sus palabras ante la Asamblea, antes de que se produjera la votación, Abbás tuvo duros calificativos para Israel, a quien definió como una «ocupación colonial racista» equiparable con un apartheid.
«El mundo pudo ver un discurso difamatorio y venenoso, lleno de propaganda mentirosa contra el Ejército israelí y los ciudadanos israelíes», expresó Netanyahu en un comunicado difundido tras la intervención de Abbás.
«Alguien que desea la paz no habla de esa manera», dice la nota, en la que se añade que «no se creará un Estado palestino que no garantice la seguridad de los ciudadanos israelíes».
«El camino a la paz entre Jerusalén y Ramallah pasa por negociaciones directas sin condiciones previas y no por decisiones unilaterales en la ONU», agregó el comunicado.
Aunque la Casa Blanca dejó claro que no consideraba buena idea el cambio de estatus palestino, en Washington reactivaron los llamados para que las partes empiecen a hablar de paz y «dejen de provocarse en Nueva York o cualquier otra parte», señaló la embajadora estadounidense ante la ONU, Susan Rice.
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