El presidente palestino, Mahmud Abbás, se reunió en Madrid con su homólogo del Gobierno español, Mariano Rajoy, para agradecerle el apoyo de España al ingreso de Palestina como Estado observador no miembro de la ONU y ofrecerle garantías sobre el uso que hará de su nuevo estatus.
En su encuentro con Abbáss, Rajoy hizo «un llamamiento a la responsabilidad y moderación de los líderes palestinos e israelíes para que eviten acciones que obstaculicen los esfuerzos dirigidos a la reanudación de las conversaciones de paz», bloqueadas desde dos años.
Abbás respondió - según explicó posteriormente el jefe de la diplomacia palestina, Riad el-Malki, quien compareció ante la prensa junto al canciller español, José Manuel García-Margallo - que «no se precipitará» a la hora de pedir el ingreso en otras agencias de la ONU y, en particular, en la Corte Penal Internacional.
Israel consideraría casus belli el hecho de que la Autoridad Palestina aprovechase su nuevo papel para denunciar por crímenes de guerra a líderes hebreos.
Conscientes del instrumento que ahora tienen entre las manos, los responsables palestinos decidieron tomarse su tiempo, aunque no aclararon cuánto, antes de utilizarlo.
Lo que sí está claro, como dijo el ministro Margallo, es que la vía judicial es incompatible con la negociadora y los palestinos apuestan por dar una oportunidad a la negociación con el Gobierno de Israel que salga de las elecciones del 22 de enero; previsiblemente encabezado por Binyamín Netanyahu, con el ultraderechista Avigdor Liberman como principal socio, pese a que dimitió recientemente por un caso de fraude y abuso de confianza.
Abbás aseguró que la Autoridad Palestina no pondrá ninguna condición para sentarse a negociar; ni siquiera el cese en la construcción de asentamientos en los territorios. Pero sí advirtió de que la urbanización de la denominada zona E-1 constituiría una «ínea roja», ya que partiría en dos a Cisjordania e impediría que el futuro Estado palestino tuviese continuidad territorial y acceso a Jerusalén.
El mandatario palestino agregó que la negociación directa entre israelíes y palestinos deberá tener un plazo fijado, que él no concretó, pero que el negociador palestino, Saeb Erekat, cifró en seis meses.
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