El primer ministro palestino, Salam Fayyad, dimitió de su cargo después de que el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás, aceptara su renuncia tras un encuentro mantenido en Ramallah, en Cisjordania, según informó el diario israelí «Haaretz».
El pasado miércoles, dos fuentes del Gobierno palestino confirmaron que el primer ministro había tomado la decisión definitiva de dimitir a causa de sus diferencias con Abbás en torno a la política del Ejecutivo.
Fayyad ya amenazó con dejar el cargo en septiembre del año pasado «si con ello se cumplía la voluntad de la gente», en el marco de manifestaciones por el encarecimiento del costo de vida y los constantes aumentos de los productos básicos.
Los estrechos lazos entre Fayyad y Occidente generaron rechazo entre altos cargos de la formación base del Gobierno palestino, Al Fatah, quienes le implican intentar edificar una base de poder sin contemplar que no cuenta con apoyos entre la población palestina.
Además, la organización terrorista palestina, Hamás, lo acusó en reiteradas ocasiones de ayudar a Israel a mantener el bloqueo de la Franja de Gaza y nunca lo reconoció como representante legítimo palestino.
Abbás tenía planeado aceptar la renuncia de Fayyad a finales de la semana, pero canceló la reunión por presuntas presiones del gobierno de Estados Unidos, informó el rotativo israelí.
El líder palestino solicitó hoy a Fayyad que continúe en el cargo de forma transitoria hasta que pueda nombrar a un nuevo primer ministro y éste designe su gabinete, agregó el periódico.
Internacionalmente, especialmente entre los gobiernos de Estados Unidos y Europa y el establishment financiero internacional, Fayyad era la figura más popular y respestada del gobierno de la Autoridad Palestina.
El premier saliente fue una de las voces que denunció internacionalmente la corrupción dentro de Al Fatah, el partido creado por Yasser Arafat, y que luego de los Acuerdos de Oslo de los años '90 pasó a dirigir la Autoridad Palestina.
Fayyad es un economista convencido que si no se podía poner fin al casi medio siglo de ocupación israelí, al menos podía comenzar a construir el esqueleto institucional y económico del futuro Estado palestino.
Para ello necesitaba un flujo constante de ayuda financiera internacional, que permitió un boom de construcción y de consumo en Ramallah y en otras ciudades de Cisjordania.
Pero este crecimiento demostró ser ficticio cada vez que el gobierno israelí, el estadounidense y la Unión Europea bloquearon la ayuda internacional, en represalia por algún ataque o iniciativa diplomática internacional palestina.
Cada vez que los fondos fueron bloqueados, en Cisjordania se hizo evidente la destrucción de las incipientes industrias palestinas y la caída de la producción agrícola.
Tambié el ministro de Finanzas palestino y ex presidente de la Universidad de Birzeit, Nabil Qassis, anunció su renuncia luego que Al Fatah rechazara su plan de ajuste.
El presupuesto de la AP aprobado para este año es de 3.600 millones de dólares, lo que supone un déficit de 1.400 millones de dólares, que se sumará a los 1.200 millones de dólares que el gobierno de Ramallah le debe a bancos locales.
Qassis proponía imponer fuertes recortes en el presupuesto, entre ellos la suspensión de cualquier aumento a funcionarios públicos y desentenderse del pago del servicio de electricidad en los campos refugiados palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza.
El rechazo no fue inesperado ya que la Autoridad Palestina es el principal empleador en Cisjordania y los refugiados representan uno de los temas más sensibles para la sociedad palestina, que basa su causa nacional en el reclamo de los cerca de seis millones de refugiados de retornar a lo que hoy es el Estado Israel.
La salida de Fayyad del gobierno palestino podría afectar los planes de Estados Unidos de impulsar un acuerdo tripartito con Israel para promover el desarrollo económico en Cisjordania, según lo anunció el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, en su reciente visita a la región.
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