El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, tiene previsto el próximo 7 de junio presentar sus conclusiones de tres meses de averiguaciones en Oriente Medio basadas en reuniones que mantuvo en sus viajes y en la nueva iniciativa de paz de la Liga Árabe para así determinar su propia «Hoja de Rutas».
Su objetivo, según lo expresó ante el Senado, es lograr un acuerdo entre israelíes y palestinos en un máximo de dos años. Según él, en ese periodo puede cerrarse la oportunidad para poner en práctica la opción de dos Estados para dos pueblos.
Mientras distintas fronteras de la región amenazan con explotar, Kerry se prepara para realizar esta semana su cuarta visita a la zona desde que fue nombrado jefe de la diplomacia norteamericana.
En medios políticos de Jerusalén, que se encontraron ya en varias ocasiones con Kerry y que fueron citados por el diario «Haaretz», destacan que el canciller se ocupa de este tema «con una pasión mesiánica y con fuego en la mirada». Algunos creen que su objetivo es lograr el Premio Nobel de la Paz, aunque subrayan también algo de ingenuidad en su actuación y algunos errores ante Jerusalén y Ramallah que pueden complicar su proyecto.
Una fuente israelí allegada a las negociaciones citó al mítico general Moshé Dayán cuando dijo, en los años '70: «Es una buena persona en el mal sentido de la palabra». En los últimos dos meses, Kerry logró enfadar a las dos partes con algunas de sus declaraciones. Por ejemplo, cuando comparó - el pasado 9 de abril en Estambul - el atentado de Boston con la operación militar israelí contra la flotilla turca que pretendió romper el bloqueo de la Franja de Gaza.
En Jerusalén, esa comparación provocó la sorpresa de muchos. Una semana después llamó al presidente palestino, Mahmud Abbás, y al entonces primer ministro, Salam Fayyad, para intentar impedir la dimisión de éste, muy allegado a Washington. Esa intervención le presentó en Ramallah como un muñeco de Estados Unidos, lo que aceleró su dimisión.
Desde que fue nombrado responsable de la política exterior estadounidense, Kerry dedica la mayor parte de su tiempo al tema israelí-palestino. Varias veces por semana habla por teléfono con Netanyahu y Abbás, en lo que define como «diplomacia personal». El hecho es que ambas partes consideran que el canciller tiene un alto nivel de conocimiento sobre las distintas problemáticas y tiene buen contacto con las personalidades de ambos lados. Lo que le cuesta más es entender los matices y el clima político en Israel y en la Autoridad Palestina. Hasta ahora, su falta de presión permitió a ambas partes ganar tiempo y pasar una y otra vez el balón al campo del adversario.
A Kerry no le basta con una conferencia internacional de paz. En sus conversaciones en Jerusalén y Ramallah afirmó que un acuerdo histórico entre israelíes y palestinos es algo para lo que se preparó toda su vida.
Es evidente que la Administración Obama incrementa su ofensiva en Oriente Medio en busca de una pax americana y en un intento de evitar un ataque unilateral israelí contra objetivos sirios y libaneses.
El pasado jueves aterrizó en Jerusalén por primera vez el nuevo jefe de la CIA, John O. Brennan, que fue recibido por su homólogo israelí, el jefe del Mossad, Tamir Pardo, quien le acompañó en todas sus reuniones con el Netanyahu, el ministro de Defensa, Moshé Yaalón, y el jefe del Estado Mayor, Benny Gantz. En cada una de las entrevistas el número uno de la CIA, que lleva dos meses en su puesto, pidió una sola cosa a Israel: «Calma».
Washington pretende coordinar una política conjunta con Israel ante la escalada de tensión que se vive en Siria y las amenazas contra Israel del secretario general de la organización terrorista proiraní Hezbolá, Hassan Nasrallah.
Éste amenazó con actuar contra Israel como represalia por dos ataques de la Fuerza Aérea contra depósitos de misiles iraníes destinados a Hezbolá, advirtiendo que su movimiento lo haría por primera vez desde los Altos del Golán.
El mensaje israelí a Washington fue claro: «No podemos permitir la continuación del envío de armas estratégicas de Siria a Hezbolá». Por otra parte, en lo que concierne al tema iraní, Israel pidió a Estados Unidos que declare el fracaso de la vía diplomática ante Teherán, que agrave las sanciones económicas contra la República Islámica y que enseñe al régimen de los ayatolás de forma clara una opción militar contra sus instalaciones nucleares.
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