El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, aseguró que cree posible la paz entre israelíes y palestinos a pesar de los «obstáculos y retos» que tiene por delante. Lo declaró en su segunda visita a Oriente Medio para tratar de reanimar el proceso negociado.
«No tengo ninguna duda de los obstáculos y retos que hay, los vemos. Pero deben creer en la posibilidad de alcanzar la paz», dijo Kerry en una comparecencia ante los medios de comunicación acompañado del presidente israelí, Shimón Peres.
Con un cauto optimismo, Kerry subrayó que «no es fácil pero hay un camino adelante y existe la posibilidad de alcanzar la solución de dos Estados».
En línea con el canciller de EE.UU, Peres se mostró convencido de que «las diferencias se pueden resolver en la mesa de negociaciones».
«La solución de dos Estados es la mejor de todas, y los parámetros para un acuerdo de este tipo ya existen», declaró.
No obstante, la última palabra la tiene el primer ministro hebreo, Binyamín Netanyahu, con quien Kerry cenó ayer en compañía del ministro de Defensa, Moshé Yaalón; la titular de Justicia y responsable del equipo negociador israelí en el proceso de paz, Tzipi Livni, y el ministro de Asuntos Estratégicos, Yuval Steiniz.
El diálogo en la mesa estuvo más inclinado hacia los asuntos de seguridad urgentes en la región - el programa nuclear iraní y el impacto para Israel de la guerra civil en Siria - que hacia el problema palestino.
Kerry, que se reúne nuevamente hoy con Netanyahu, aseguró que «el presidente Obama no miente cuando afirma que todas las opciones están sobre la mesa para impedir que Irán logre tener armas nucleares».
Siempre candente en la agenda política israelí, la posibilidad de un Irán con armas de destrucción masiva tuvo ayer el particular trasfondo del Día del Holocausto, en el que Israel recordó a los seis millones de judíos asesinados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
«Compartir con ustedes el dolor y la expresión inolvidable de aflicción es para mí una experiencia muy profunda», aseveró el jefe de la diplomacia estadounidense, descendiente de judíos centroeuropeos convertidos al cristianismo y emigrados a EE.UU a principios del siglo XX, que durante una de las ceremonias depositó una ofrenda floral en la Plaza Varsovia del Memorial del Holocausto Yad Vashem en Jerusalén.
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