Estados Unidos logró consolidar en Israel un frente interno de oposición a un ataque contra Irán que día tras días va ganando adeptos y que parece silenciar, al menos por ahora, los tambores de guerra del primer ministro, Binyamín Netanyahu, y de su titular de Defensa, Ehud Barak.
Los últimos en sumarse a la campaña de oposición fueron el presidente israelí, Shimón Peres, y el general retirado, Uri Saguí, un reconocido estratega militar que se desempeño como jefe de informaciones del Ejército.
Los dos cuestionaron duramente la posición beligerante del primer ministro y del titular de Defensa, recordándoles que «Israel no está solo» y que debe confiar en Estados Unidos, su principal aliado en el mundo.
Trasgrediendo los límites de la función representativa que ocupa desde 2007, lo que le valió severas críticas por parte de la oficina del primer ministro, Peres reconoció públicamente que Israel no podrá neutralizar las instalaciones nucleares iraníes y se mostró convencido en que EE.UU es sincero cuando asegura que no permitirá a Irán desarrollar armamento nuclear.
Por su parte, Saguí acusó a ambos políticos de una «histeria deliberadamente calculada» y de crear un alarmismo innecesario sobre la verdadera capacidad nuclear de Teherán en estos momentos.
Las declaraciones de ambos seguían a una intervención pública del secretario estadounidense de Defensa, Leon Panetta, y del jefe del Estado Mayor, el general Martin Dempsey, en la que pusieron en evidencia al liderazgo israelí al revelar que el país no dispone de las armas necesarias para llevar a cabo la ofensiva.
«No conozco todos los sistemas a su disposición pero creo que sería justo decir que un ataque israelí sólo retrasaría, no destruiría, el programa nuclear de Irán», aseveró el militar estadounidense en unas declaraciones que expusieron las limitaciones del poderío bélico del Estado hebreo.
Sin entrar en demasiados detalles mencionó por ejemplo el que no tenga aviones que puedan trasladar bombas de varias toneladas, así como el que su país no le haya suministrado bombas anti-búnker.
La comparecencia segó la hierba bajo los pies de Netanyahu y Barak, que desde hace meses reiteran casi a diario que se reservan el derecho de actuar cuando y como consideren oportuno contra Teherán, y fortaleció aún más la oposición interna en Israel a una guerra con Irán.
Días antes, más de 400 israelíes, entre los que se cuentan prominentes profesores universitarios, artistas e intelectuales habían firmado una petición en Internet para instar a pilotos de combate de la Fuerza Aérea a desobedecer órdenes en ese sentido.
También son cada vez más los altos mandos militares, en funciones y retirados, que alzan su voz en contra.
Entre ellos están varios jefes y ex jefes del Ejército, de Inteligencia Militar, de Operaciones, de la Fuerza Aérea, del Mossad y del Shabak.
«¡Dios nos libre! ¿Qué saben ellos que no sepamos nosotros?», se preguntó el columnista del Yediot Aharonot, Eitán Haber, al exhortar a Netanyahu y Barak a «escucharles» antes de tomar cualquier decisión y a entender, de una vez por todas, el claro mensaje que les transmitió Washington: «No se atrevan a hacer nada, mucho menos sin nuestro conocimiento».
El pasado jueves, Barak dijo en el Parlamento que «la decisión de atacar a Irán, si llega el momento, la tomará el gobierno y no grupos de ciudadanos ni editoriales».
EE.UU cree que Irán aún no cruzó la línea roja para hacerse con bombas nucleares y prefiere esperar a que las sanciones diplomáticas y económicas que le impusieron las principales potencias occidentales tengan efecto antes de recurrir a la fuerza militar.
Netanyahu y Barak, sin embargo, no quieren llegar a ese extremo, y amenazan con un ataque preventivo antes de que Teherán traslade su programa nuclear bajo tierra y las bombas a su disposición no puedan destruir las instalaciones más sensibles.
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