El estado de salud del ex primer ministro israelí, Ariel Sharón, en coma desde hace ocho años, se agravó repentinamente debido a «graves problemas renales» hasta un estado que pone en riesgo su vida, según varios medios israelíes.
El Canal 10 local informó de un empeoramiento general en su estado de salud. Además, agregó que la familia del ex primer ministro se encuentra a su lado y declinó hacer comentarios al respecto.
«Las posibilidades de que se recupere son muy bajas», afirmó el ex portavoz de Sharón, Raanán Guisin, en declaraciones desde el Centro Médico Shiva de Tel Hashomer, donde el ex mandatario fue internado.
Sharón, de 85 años, sufre una insuficiencia renal tras una intervención quirúrgica a la que fue sometido. El pasado septiembre, fue operado para introducirle un nuevo tubo a fin de alimentarle.
Amir Marom, portavoz del hospital Tel Hashomer, informó que Sharón fue trasladado al servicio de urgencias hace un mes. Su estado de salud se mantiene estabilizado, si bien desde hace unos días se produjo un «deterioro significativo».
Otras fuentes indicaron al diario «Haaretz» que pese a su disfunción renal, no podrá ser sometido a diálisis y que si su situación sigue empeorando, será «cuestión de días» que fallezca.
A inicios de 2006, Sharón quedó en coma debido una devastadora apoplejía que lo incapacitó cuando se encontraba en la cúspide del poder político.
Sus hijos decidieron mantenerle con vida bajo asistencia médica y desde entonces no manifestó ningún signo de recuperación, hasta que hace un año unas pruebas neurológicas hallaron actividad cerebral y respuesta de a diversos estímulos.
Después de ocupar varias carteras ministeriales, Sharón fue electo primer ministro de Israel en 2001, cargo para el que fue reelegido en 2003.
Tras haber sido un firme defensor de la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania y Gaza, organizó en 2005 la retirada israelí de la franja costera palestina y el desmantelamiento de las poblaciones situadas en esa región.
Más tarde abandonó su partido, Likud, de línea intransigente, y fundó el centrista Kadima al que se adhirieron políticos de derecha e izquierda.
Parecía que se enfilaría a una fácil reelección cuando le sobrevino una severa hemorragia cerebral. Su adjunto, Ehud Olmert, asumió el cargo y pocos meses después fue elegido primer ministro.
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