En vista de las continuas masacres en Siria y del veto conjunto de Rusia y China a una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que exigía la renuncia del presidente Bashar al-Assad, la embajadora de Estados Unidos ante la organización, Susan Rice, dejó a un lado las cortesías diplomáticas habituales y declaró estar «asqueada» por el accionar ruso-chino, agregando que «cualquier nuevo derramamiento de sangre caerá sobre su responsabilad.
Rusia y China vetaron una decisión árabe-occidental que pedía el abandon inmediato del mandatario sirio debido a su feroz represión contra las revueltas populares.
El revés diplomático de alto nivel tuvo lugar después de que este fin de semana líderes mundiales y activistas opositores sirios acusaran a las fuerzas de Assad de perpetrar una masacre luego de varias horas de bombardeo en la ciudad de Homs - el epicentro de la rebelión -, que dejó más de 300 muertos en el más sangriento episodio en 11 meses de revueltas en el país árabe.
Rusia y China se unieron en un doble veto contra una resolución impulsada por países occidentales y árabes que apoyaba el plan de la Liga Árabe para que Assad entregue el poder a un subalterno para abrir el camino a una transición democrática.
Los demás 13 miembros del Consejo de Seguridad votaron a favor de la resolución, que habría indicado que el consejo «respalda en su totalidad» en plan de la Liga Árabe que apunta a poner fin a los derramamientos de sangre en Siria, cuyas características sectarias amenazan la estabilidad en todo Oriente Medio.
Rusia se quejó de que el borrador de la resolución era un intento inapropiado y arbitrario de lograr un «cambio de régimen» en Damasco, que es el mayor aliado de Moscú, un importante comprador de armas de sus factorías y que alberga una base naval rusa.
Poco antes de que el Consejo de Seguridad votara, el presidente norteamericano, Barack Obama, denunció el «asalto incalificable» sobre Homs, exigió que Assad deje el poder de inmediato y llamó a la ONU a tomar acciones en contra de la «brutalidad despiadada» del gobernante sirio.
«Cualquier gobierno que comete brutalidades semejantes y masacra a su pueblo no merece gobernar», afirmó.
El mandatario estadounidense y otros líderes occidentales y árabes generaron una presión sin precedentes sobre Rusia para que permitiera al Consejo de Seguridad aprobar la resolución respaldada por la Liga Arabe que llamaba a que Assad cediera sus poderes y pusiera un fin a la violencia.
Naciones Unidas dice que más de 5.000 civiles muerieron durante los 11 meses de levantamiento en Siria.
La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, dijo que no había sido posible trabajar constructivamente con Rusia de cara a la votación en el consejo, incluso aunque una intervención militar en Siria - algo a lo que Moscú se opone con firmeza - había sido descartada por completo.
«Creí que había alguna forma de abordar, incluso a último momento, algunas de las preocupaciones que los rusos tenían. Ofrecí trabajar de una forma constructiva para hacerlo. Eso no fue posible», dijo a periodistas en una conferencia de seguridad de Múnich.
Clinton advirtió del riesgo de más hechos de violencia y de una eventual guerra civil tras el colapso de la resolución del Consejo de Seguridad
El levantamiento enfrenta a la mayoría de musulmanes sunnitas de Siria contra la minoría alawita de Assad, derivado del islam chiíta, y que domina la estructura de poder del país durante décadas.
Luego de lo que funcionarios estadounidenses calificaron como «vigorosas» negociaciones entre Clinton y su par ruso, Sergei Lavrov, Moscú anunció que su ministro de Exteriores viajará a Damasco dentro de tres días para reunirse con Assad.
Moscú objetó que la resolución contenía medidas contra Assad pero no contra sus opositores armados, afirmó Lavrov en Múnich antes de la votación.
«A menos que se condene en ambos sentidos, se está tomando partido en una guerra civil», sostuvo.
El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, dijo que París está en consultas con países árabes y europeos para crear un grupo de contacto sobre Siria a fin de encontrar una solución a la crisis tras el veto de Rusia y China a la resolución de la ONU.
El mandatario galo acusó a Moscú y Pekín de «alentar al régimen sirio a continuar con sus crueles políticas».
Más temprano, el ministro de Exteriores de Francia, Alain Juppé, dijo que el doble veto dejó paralizado a la comunidad internacional.
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