El embajador de Siria ante Naciones Unidas, Bashar Jaafari, puso en duda la imparcialidad de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Navi Pillay, y defendió la actuación represiva del Gobierno de Bashar al-Assad por la necesidad de «proteger a nuestros ciudadanos».
Jaafari, junto a los representantes de Irán y Corea del Norte, trató sin éxito de vetar el discurso de Pillay ante la Asamblea General. Los tres basaron sus impugnaciones en cuestiones de procedimiento, pero la máxima representante de la ONU para los Derechos Humanos finalmente habló y pronunció un discurso con fuertes críticas a Damasco.
«Después de hoy, ¿podemos confiar en la Alta Comisionada para los Derechos Humanos para cuestiones relacionadas en la defensa y promoción de estos derechos?», preguntó el embajador sirio, al tiempo que denunciaba la falta de escrúpulos de Pillay a la hora de hablar contra el Gobierno de Siria.
Jaafari explicó que el régimen de Al Assad está trabajando por la seguridad y estabilidad del país y, para ello, «ejerce su derecho exclusivo de proteger a sus ciudadanos».
El representante sirio cargó también contra Naciones Unidas como institución por defender por un lado la lucha contra el terrorismo de Al Qaeda y, por otra, no actuar contra los miembros de la organización que financian, ayudan e incluso envían a sus miembros para cometer actos terroristas en Siria.
Pillay aseguró que la ONU tratará de contrastar estas acusaciones, a las que definió como «argumentos recurrentes de Damasco para justificar una represión que sólo el año pasado provocó más de 5.400 víctimas mortales».
El embajador libio ante la ONY, Ibrahim Dabbashi, vaticinó que los «déspotas sirios tendrán el mismo destino que Muammar Gaddafi. Sin embargo, en el caso de Siria, el reciente veto de Rusia y China a una resolución de condena en el Consejo de Seguridad otorgó al régimen licencia para matar», lamentó.
Un miembro de la delegación saudita secundó las palabras de Dabbasih instó a todos los países miembros de la ONU a apoyar un texto que Egipto tenía previsto repartir durante la reunión. El documento es similar al que circuló en el Consejo de Seguridad y, entre otros puntos, respalda el plan de la Liga Árabe.
El embajador sirio denunció este propósito por ser un intento de aprobar «por la puerta de atrás» el texto que vetó el Consejo de Seguridad. En el caso de la Asamblea, ningún país tiene derecho de veto, lo que facilita su aprobación.
El representante ruso en la ONU, Vitali Churkin, reiteró la posición de Moscú e insistió en que la culpa de la crisis siria debe repartirse entre Gobierno y oposición. Churkin indicó que el encuentro de la Asamblea General no debería siquiera haberse celebrado.
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