Grupos opositores en Siria denunciaron que un centenar de personas - entre ellos, una veintena de mujeres y una veintena de niños - fallecieron en la aldea de Al Qubeir, en la provincia central de Hama, en una nueva masacre perpetrada por las fuerzas del régimen sirio de Bashar al-Assad.
Esta localidad fue primero bombardeada por el ejército y luego atacada por las «shabibas» (grupos de matones que apoyan al régimen) y miembros de las fuerzas de seguridad, según explicó el activista de Hama Abu Hisham.
Abu Hisham aseguró que las víctimas mortales alcanzan el centenar y que la mayoría fueron ejecutadas, mientras que los grupos opositores Comités de Coordinación Local y Comisión General de la Revolución, confirmaron la muerte de 78 y 30 personas, respectivamente.
La mayoría de los asesinados, entre los que hay mujeres y niños, fueron ejecutados con armas de fuego y armas blancas, mientras que un gran número de casas fueron quemadas.
La Comisión señaló que las fuerzas gubernamentales llevaron a cabo ejecuciones sumarias, ya que gran parte de los cuerpos presentan disparos a corta distancia.
Sin embargo, el régimen de Bashar al-Assad desmintió estar detrás de la masacre. «Lo que informaron algunos medios sobre lo acontecido en Al Qubeir es completamente falso», comunicó el Gobierno a través de un escrito remitido a la televisión oficial. Por contra, apuntó a un grupo terrorista como el responsable de la tragedia.
La provincia de Hama, uno de los principales feudos opositores, fue blanco de bombardeos. Aviones militares sobrevolaron algunas de sus localidades, según informaciones de los activistas opositores.
Horas antes, los grupos insurgentes denunciaron también en Hama otra matanza perpetrada por las fuerzas del régimen, después de encontrar en la localidad de Kafr Sita seis cadáveres calcinados en varias casas después de las cuales se retiraran las tropas.
Esta nueva masacre, que no pudo ser verificada de forma independiente debido a las restricciones impuestas por el régimen a la prensa, se produjo menos de dos semanas después de que más de un centenar de personas fallecieran en la localidad de Hula.
La violencia se recrudeció en Siria desde esa masacre, que llevó a los rebeldes en el interior del país a romper su compromiso con el alto el fuego.
Tras lo sucedido en Hula, también aumentó la presión internacional, y las principales potencias occidentales decidieron expulsar a los embajadores sirios de sus países.
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