Los colegios electorales de Israel abrieron hoy sus puertas a las 7.00 hora local de cara a los comicios legislativos en los que la alianza Likud Beiteinu que lidera el primer ministro Binyamín Netanyahu, concurre como favorita, aunque, según las encuestas, no logrará una mayoría suficiente para gobernar en solitario y tendrá que elegir entre pactar con los partidos de centro-izquierda o con la derecha ultraortodoxa y ultranacionalista.
La principal novedad de esta cita electoral es la unión del partido de Netanyahu, el Likud con Israel Beiteinu, la lista del ex canciller Avigdor Liberman.
Ambas formaciones lograron articular una alianza desde que Netanyahu llegó al poder, en 2009, con el apoyo de otros partidos de la ultraderecha. Precisamente estos partidos - Shas, Iahadut Hatorá, Otzmá Leisrael y Habait Haiehudí - serían los que más diputados ganarían.
La gran sorpresa sería la irrupción de Habait Haiehudí, liderada por el antiguo miembro del Likud, Naftali Bennett, que se marchó del partido gobernante tras criticar el alto el fuego tácito con las organizaciones terrorista palestinas de la Franja de Gaza. Este partido obtendría, según las encuestas, 14 de los 120 escaños del Parlamento, con votos arrebatados principalmente al Likud.
La facción de Netanyahu podría lograr unos 34 asientos, 7 menos de los que lograron en los comicios de 2009 el Likud e Israel Beiteinu por separado, lastrados por el proceso judicial abierto contra el líder de este último partido, Liberman, por delitos de fraude y abuso de confianza.
La segunda fuerza política del nuevo Parlamento podría ser el renovado Partido Laborista de Shelly Yachimovich, que obtendría en torno a 17 escaños.
El Partido Laborista, uno de los históricos de Israel, centró su programa en aspectos más sociales como vivienda, educación o sanidad. Sin embargo, Yachimovich fracasó en su intento de forjar una coalición de izquierda con posibilidades reales de hacer frente a Netanyahu.
El centrista Kadima, liderado por Shaul Mofaz, sería uno de los grandes perdedores, ya que los sondeos apuntan a que apenas lograría el mínimo necesario para entrar en el Parlamento. Más a la izquierda podrían situarse partidos como Meretz, que duplicaría sus escaños, y las facciones con representación árabe como Hadash, Lista Árabe Unida-Taal o Balad.
Además, a esta cita electoral concurren varios dos partidos de nueva creación: Hatnuá, formado por la ex dirigente de Kadima, Tzipi Livni, que obtendría alrededor de 7 escaños según los sondeos. En cambio Yesh Atid, la formación liderada por el afamado presentador de televisión, Yair Lapid, que se proclama centrista, podría ser otra de las sorpresas de estas elecciones con 13-14 mandatos.
La aritmética parlamentaria garantiza a Netanyahu la formación de gobierno, pero tendrá que optar entre apoyarse en los partidos de extrema derecha, más afines al propio Likud, o dar un tono más moderado tendiendo la mano a los centristas y progresistas. En total, el bloque de derecha sumaría 63 diputados, frente a los 57 de las formaciones de centro, izquierda y partidos árabes.
La decisión de Netanyahu, en caso de ganar, tendrá probablemente consecuencias en política exterior, ya que la derecha es más hostil a las concesiones a los palestinos para la culminación de un proceso de paz que conduzca a la formación de dos Estados separados. En cuanto a Irán, la ultraderecha respaldaría las continuas amenazas de ataque israelí contra las instalaciones nucleares de la República Islámica que lanza continuamente el propio Netanyahu.
En cambio, una coalición con el centro-izquierda facilitaría las relaciones con el aliado tradicional de Israel, Estados Unidos, y permitiría al nuevo gobierno centrarse más en las políticas internas del país.
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