El Parlamento israelí aprobó una ley que eleva el porcentaje de voto mínimo para acceder a la Knéset, del actual 2% al 3,25%, lo que dificultará la entrada de formaciones minoritarias o sectoriales.
Con el nuevo umbral, dos partidos árabes actuales se verían abocados a aliarse entre ellos para mantener los 11 diputados que ahora les representan.
La nueva ley fue calificada de «inconstitucional» por la oposición, que boicoteó el debate y la votación en la Cámara.
El propio líder opositor, el laborista Itzjaj Herzog, afirmó que se trata de «una medidas de odio y exclusión para tratar de marginar a ciertos partidos».
Al respecto, el ministro israelí de Exteriores, Avigdor Liberman, criticó a la oposición, a la que recordó que en otros países como Austria, Noruega y Suecia el mínimo requerido es el 4%, y en Alemania o Nueva Zelanda, el 5%.
La reforma electoral, propuesta por el partido ultraderechista Israel Beteinu, del propio Liberman, forma parte de una paquete de tres leyes que el actual Gobierno del primer ministro hebreo, Binyamín Netanyahu, ordenó a sus componentes votar en bloque esta semana en un intento de evitar las disensiones internas en el seno de la coalición.
La segunda de ellas obliga a los jóvenes ultraortodoxos a servir en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) como cualquier ciudadano israelí, un giro que la semana pasada hizo que cientos de miles de integrantes de esta comunidad se manifestaran en Jerusalén en una protesta que colapsó la ciudad.
Presentada por el partido centrista Yesh Atid, la segunda fuerza de la coalición, de aprobarse suprimirá el privilegio que tienen los ultraortodoxos, dedicados al estudio de los textos bíblicos.
La ley establece una serie de cuotas que, al igual que en el resto de la población, permite liberar del reclutamiento a un número limitado de jóvenes por cuestiones de salud, familiares o de excelencia en los estudios o en otras especialidades.
Asimismo, impone sanciones a aquellos insumisos que no se presenten a filas, condiciones que llevaron a los ultraordoxos a amenazar con boicotear al Estado e incluso, en el caso de los más radicales, a instar a sus seguidores a abandonar Israel si finalmente se aprueba.
La última de las leyes fue propuesta por el partido ultranacionalista religioso Habait Haiehudí, que representa los intereses de los habitantes en los asentamientos judíos en Cisjordania.
Según la misma, cualquier concesión de territorios que se encuentran bajo jurisdicción de las FDI deberá someterse primero a referéndum.
Horas antes de la votación, Netanyahu subrayó que este proceso demuestra la equivocación de aquellos que insisten en que la actual coalición de Gobierno es débil e inestable.
«Es bueno para el pueblo israelí tener un Gobierno fuerte, una coalición fuerte que garantice la seguridad, la economía y el desarrollo de la sociedad israelí, además del avance de su legislación», señaló.
«Israel necesita un Gobierno fuerte y estable y menos fragmentación partidista», agregó Netanyahu.
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