La muerte de un refugiado eritreo herido de bala primero y linchado después en la estación de autobuses de Beer Sheva por una turba que creyó que era un terrorista palestino suscitó una profunda reflexión en medio de un ambiente de nerviosismo dentro de la oleada de violencia en Israel.
El primer ministro Binyamín Netanyahu condenó que se tratara de hacer justicia por cuenta propia. Algunos detractores acusan a las autoridades israelíes de fomentar un entorno de tensión, mientras que otros exigieron que se lleve a juicio a la turba.
«Esto es una desgracia para la sociedad israelí, y quienes perpetraron este linchamiento deben ser encontrados y enjuiciados», afirmó Yaakov Amidror, ex asesor de seguridad nacional de Netanyahu.
«Aun si hubiera sido el terrorista, una vez baleado, una vez neutralizado y tirado en el suelo, hay que ser un animal para atormentarlo», declaró Amidror a la radio pública israelí.
En medio de lo que parecen ser ataques al azar, los israelíes compran cartuchos de gas lacrimógeno y pimienta, en tanto que algunos funcionarios portan abiertamente armas de fuego y alientan a la ciudadanía a que haga lo mismo. La seguridad se intensificó, especialmente en Jerusalén.
Los hechos de violencia causan miedo y a veces pánico.
Después de un ataque ocurrido la semana pasada en una estación de autobuses en Jerusalén, numerosos elementos de seguridad y civiles armados corrieron por una avenida central en busca de un segundo agresor debido a una falsa alarma.
En Kiriat Bialik, cerca de Haifa, un israelí apuñaló a un judío al confundirlo con un árabe porque tenía la piel oscura. Los palestinos en Jerusalén expresaron su temor de que los baleen si los perciben como una amenaza.
Sin embargo, el comportamiento de la turba la noche del domingo en la estación de autobuses en Beer Sheva llevó las cosas a un nuevo nivel.
Los hechos comenzaron cuando un árabe que llevaba un cuchillo y un arma de fuego mató a un soldado, tomó su arma y disparó a quemarropa. El terrorista hirió a nueve personas y fue muerto por la policía.
En el caos, Habtom Zerhom, un refugiado eritreo corrió por la estación para protegerse, dijo la policía. Un guardia de seguridad, que creyó que era un terrorista, le disparó.
Pero cuando el joven yacía en el suelo, una turba lo insultó, pateó y golpeó con objetos. El video que captó una cámara de seguridad muestra a Zerhom en un charco de sangre cuando es golpeado con una banca y pateado en la cabeza por transeúntes, mientras un chofer israelí y algunos peatones intentaban protegerlo. Zerhom murió después en un hospital.
«No importa si era un terrorista o no. Era un hombre tirado en el suelo que no podía moverse. No pude dormir durante la noche por la imagen de su sangre», dijo entre lágrimas Mier Saka, el chofer de un autobús que intentó proteger al eritreo en declaraciones al Canal 10 local.
Un israelí identificado sólo por su seudónimo, Dudu, dijo a la radio militar Galei Tzáhal que lamentaba haber participado en el ataque.
«Si hubiese sabido que no era un terrorista, créanme, lo habría protegido como a mí mismo. No dormí por la noche. Me siento enojado», declare
Durante una reunión con legisladores de su partido Likud, Netanyahu condenó los hechos y envió sus condolencias a la familia de Zerhom.
«Somos un país respetuoso de la ley. Nadie debe hacer justicia por propia mano», sentenció.
La policía informó que revisaba las imágenes de ese video para identificar a los participantes en la turba. Hasta ahora no se registraron arrestos.
Los detractores afirman que el incidente fue resultado de un ambiente caldeado. El alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, por ejemplo, exhortó a todos los que tengan autorizada la posesión de un arma, como él, a que la porten para que ayuden a las fuerzas de seguridad.
«La muerte del solicitante de asilo a manos de guardias de seguridad y una turba airada es un resultado trágico pero previsible de un clima en el que algunos políticos israelíes alientan a los ciudadanos a que tomen la ley en sus manos», dijo Sari Bashi, directora para Israel y zonas palestinas de la ONG Human Rights Watch.
La directiva palestina, Hanán Ashrawi, acusó a las autoridades israelíes de incitar a la ciudadanía.
«Están creando una mentalidad de turbas linchadoras y evidentemente alimentando la cultura del odio y el racism», aseveró.
Otros se preguntaron si la condición étnica de Zerhom fue un factor. «Sólo por el color de su piel», escribió en un titular el diario «Yediot Aharonot.
«El joven eritreo es un claro testimonio del extranjero. Sufrió lesiones críticas en una guerra que no era la suya», escribió el periodista israelí de origen etíope Danny Adino en «Yediot».
Zerhom trabajaba en un vivero en el sur de Israel y viajó a Beer Sheva a renovar su visa de trabajo, dijo su empleador Sagi Malaji.
«Era un hombre modesto, tranquilo y trataba de cumplir con su trabajo de la mejor manera posible. Puedo decir que era un empleado dedicado y agradable. Esto es descorazonador; creo que estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado», agregó.
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