Palmas y ramas de olivo tomaron las calles de Jerusalén para rememorar la entrada de Jesús en la ciudad hace más de 2.000 años, una procesión con la que dio comienzo la semana de Pascua en Tierra Santa, este año bajo una oleada de violencia que frenó el turismo religioso.
Miles de peregrinos llegados de todo el mundo procesionaron a lo largo del camino que Cristo recorrió en su entrada en Jerusalén con cánticos festivos y emotivos rezos en la que es una de las jornadas más alegres de la semana de pasión.
Fieles de todos los rincones del mundo y numerosas hermandades bailaban y cantaban al ritmo de mensajes religiosos como «Dios es verdad, Dios es vida», en un recorrido de apenas 1,8 kilómetros entre la pequeña Iglesia de Betfagé, en las laderas del Monte de los Olivos, y la Puerta de San Esteban, en la ciudad amurallada.
Sacerdotes y monjas vivieron con especial fervor una jornada en la que las novicias vestían sus hábitos de gala, eso sí, ataviadas con cómoda ropa que les permitieron marchar las dos horas y media que duró el recorrido.
El primer domingo de la semana de pasión en Jerusalén el protagonismo recae sobre los cientos de personas que oran con sus cantos y recrean de forma de la entrada de Jesús a la ciudad.
Precisamente, uno de los mayores atractivos para los peregrinos es el poder conmemorar los pasos de Jesús durante la semana pascual en el lugar en el que según las Sagradas Escrituras se desarrollaron los últimos días de su vida y obra.
En la Ciudad Santa reinaba la multiculturalidad, y se podían oír los hosannas y aleluyas en más de una docena de idiomas.
Reflejo de diversidad eran también los rezos en árabe de cristianos palestinos mientras rodeaban el cementerio judío del Monte de los Olivos, ante la mirada de varios ultraortodoxos que oraban a sus difuntos con el trasfondo de la Mezquita Al Aqsa y el santuario del Domo de la Roca.
La marcha comenzó a primera hora de la tarde en una jornada de tímido sol y bajas temperaturas, que no eclipsaron en lo más mínimo el compás de guitarras, tambores y panderetas, hasta llegar a la Iglesia de Santa Ana, dentro ya de las murallas.
Los fieles entraron por la puerta de San Esteban alrededor de las 17:00 hora local, en medio del júbilo y alguno a hombros de compañeros, recordando con ello la entrada de Jesús a lomos de un burro.
La procesión tuvo lugar bajo fuertes medidas de seguridad debido a la escalada de violencia que sacude la región desde el pasado octubre.
Los ataques palestinos ahuyentaron en gran medida el turismo religioso de los lugares santos. Sin embargo, es muy notoria la presencia de policías israelíes dentro y alrededor de las murallas.
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