Francisco pronunció una sentida oración tras besar las manos de seis sobrevivientes de la Shoá, encender el fuego de la memoria y rezar ante una corona de flores que le presentaron un niño judío y una niña católica.
El Papa llegó a Yad Vashem acompañado por el presidente israelí, Shimón Peres, y el primer ministro, Binyamín Netanyahu, tras visitar la tumba de Theodor Herzl, fundador del sionismo, y hacer una parada inesperada en el memorial de víctimas israelíes del terrorismo.
«En este lugar, memorial de la Shoá, resuena la pregunta de Dios: «Adán, ¿dónde estás?". Esta pregunta contiene todo el dolor del Padre que perdió a su hijo», afirmó Francisco,
«Ese grito: ¿Dónde estás?', aquí, ante la tragedia inconmensurable del Holocausto, resuena como una voz que se pierde en un abismo sin fondo.
Hombre, ¿dónde estás? Ya no te reconozco. ¿Quién eres, hombre? ¿En qué te has convertido? ¿Cómo has sido capaz de este horror? ¿Qué te ha hecho caer tan bajo?», afirmó el Papa, en un ambiente de profundo recogimiento.
«No, este abismo no puede ser sólo obra tuya, de tus manos, de tu corazón. ¿Quién te ha corrompido? ¿Quién te ha desfigurado? ¿Quién te ha contagiado la presunción de apropiarte del bien y del mal? ¿Quién te ha convencido de que eres dios?», afirmó.
«No sólo has torturado y asesinado a tus hermanos, sino que los has ofrecido en sacrificio a ti mismo, porque te has erigido en dios. Hoy volvemos a escuchar aquí la voz de Dios: «Adán, ¿dónde estás?», aseveró.
«Dios, sálvanos de esta monstruosidad, de la que los hombres deben sentirse deshonrados y avergonzados por este pecado. Danos la gracia de avergonzarnos de lo que, como hombres, hemos sido capaces de hacer, de avergonzarnos de esta máxima idolatría, de haber despreciado y destruido nuestra carne, esa carne que tú modelaste del barro, que tú vivificaste con tu aliento de vida», agregó.
«¡Nunca más, Señor, nunca más! Adán, ¿dónde estás?. Aquí estoy, Señor, con la vergüenza de lo que el hombre, creado a tu imagen y semejanza, ha sido capaz de hacer. Acuérdate de nosotros en tu misericordia», rogó.
El acto terminó con unas palabras escritas por el pontífice en el libro de invitados de Yad Vashem y la entrega de un cuadro dibujado por un niño de trece años, quien también compuso un poema antes de morir un año después en el Gueto de Lodz de en Polonia.
Fotos: Gentileza Oficina de Presidencia de Israel
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