Erich Priebke, el criminal nazi condenado en 1998 por la Corte Militar de Apelaciones de Italia, falleció en Roma, luego de cumplir 100 años. Su deceso se produjo cumpliendo cadena perpetua bajo reclusión domiciliaria.
Priebke era capitán del Ejército Nazi, oficial de la SS, en 1944 cuando esa unidad ejecutó a 335 civiles en el caso conocido como las Fosas Ardeatinas, y eludió durante décadas la acción de la Justicia, amparándose en que cumplía órdenes, «cuando las órdenes eran órdenes», como declaró a un periodista estadounidense que lo entrevistó cuando se lo encontró «por casualidad» en una calle de Bariloche, donde vivió después de la Segunda Guerra Mundial hasta que fue arrestado en 1995 y extraditado a Italia en 1996.
Ante la posibilidad de que el cuerpo de Priebke sea trasladado a Bariloche, donde residen sus familiares, la cancillería argentina se pronunció por medio de su cuenta de Twitter, que ello no sería posible.
El mes pasado, Priebke se sintió mal y fue internado en un hospital, para luego volver al departamento donde vivía su reclusión, uno que le facilitaron en 2009 «amigos nazifascistas» y en el cual falleció.
Priebke escapó a la cárcel, pero no el escarnio público. Aunque sólo en los últimos ocho años enfrentó la acción de la Justicia, y dada su edad y estado de salud, cumplió su cadena perpetua en su vivienda. Murió lejos de Argentina, donde llegó en 1948, según se presume, con apoyo del Vaticano.
El criminal de guerra, negó que haya existido el Holocausto hasta el final, En un documento que reveló en estos días su abogado, Priebke aseguró que esa versión de la historia son «nada más que manipulaciones de las conciencias visto que las nuevas generaciones, comenzando desde la escuela, fueron sometidas a un lavado de cerebro y obsesionadas con relatos macabros para limitar la libertad de juicio».
El caso de las Fosas Ardeatinas
Poco antes de que los nazis se retiraran de Roma por la avanzada de los Aliados, la SS asesinó a 335 civiles de un tiro en la nuca. Algunos estaban presos. Otros fueron judíos que esperaban su traslado a campos de exterminio. Y también gente común, que circulaba por las calles, incluso menores de 14 y 15 años.
Las órdenes nazis fueron matar a 10 civiles por cada uno de los 33 militares que cayeron un día antes resultado de un atentado que la Resistencia realizó en la Via Rasella, de Roma.
En 1995 fue detenido y extraditado a Italia en 1996, acusado de haber organizado y participado de la matanza de las Ardeatinas. En Argentina lo defendió hasta su extradición el abogado penalista Pedro Bianchi, quien también defendió otros personajes ligados al terror: el almirante Emilio Massera y el ex presidente Leopoldo Galtieri.
Priebke no tendrá funeral en Roma y tampoco sería llevado a Argentina para enterrarlo en Bariloche, como era la intención inicial. También su pueblo natal, Hennigsdorf, en Alemania, se negó a darle sepultura. La administración de dicha localidad anunció que el cementerio comunal sólo admite entierros de habitantes de la localidad y de sus familiares, y de ese modo rechazó que el cuerpo del nazi fuese enterrado en ese lugar.
El Gobierno alemán, por su parte, señaló que no hay ninguna solicitud oficial de las autoridades italianas para enterrar a Priebke en suelo germano. «El sitio y la forma en la que enterrar al señor Priebke tampoco es una decisión que corresponda al Gobierno alemán», indicó el portavoz del ministerio de Exteriores, Martin Schafer. «Es más bien una decisión que deben tomar los familiares», agregó.
«Sepulten a mi padre en Israel, así todo estarán contentos», afirmó Jorge Priebke, hijo del criminal nazi, para quejarse de la negativa de varios lugares a recibir los restos de su padre.
«Mi padre fue una víctima. El caso en contra de mi padre era una falsificación hecha por judíos. Lo vi cuando estaba en Roma. Había mucho resentimiento. Creo que lo que le pasó a mi padre se debe al hecho de que era el único que seguía vivo en el caso de Fosas Ardeatinas, el único que había llegado a los 100 años», sostuvo.
El caso Priebke vuelve a poner de relieve la evidencia de cómo los criminales de guerra de la Segunda Guerra Mundial se instalaron en Argentina, Chile y otros países de América Latina, donde huyeron para eludir la acción de la Justicia en Europa, y como él, siguieron fieles a sus convicciones de autoritarismo.
Muchos de los crímenes que habría cometido Priebke siguen sin justicia, e insistió en el proyecto político que fracasó con Hitler, incluso después de su muerte.
El ex capitán de la SS, mediante una entrevista póstuma que dio a conocer su abogado, manifestó que no se arrepentía de su pasado, por el contrario «elegí ser yo mismo». Y agregó que «la fidelidad al propio pasado es algo que tiene que ver con nuestras convicciones. Se trata de mi modo de ver el mundo, mis ideales. El nacionalsocialismo desapareció con la derrota y, de todas maneras, no tendría ninguna posibilidad de volver a revivir».
Respecto de los campos de concentración y exterminio, Priebke aseguró que «nunca se encontraron cámaras de gas, salvo una de ellas construida por los norteamericanos en Dachau. Pero sí había inmensas cocinas que funcionaban para los internados e incluso un prostíbulo para sus exigencias».
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