El lector que se haya detenido en el título del artículo se estará preguntando... ¿Leí bien? ¿Rabinos laicos? ¿Acaso no es una paradoja, un oximorón? Pues no; y lo vamos a ir demostrando y entendiendo.
Un poco de historia
Para poder entender mejor el tema y contextualizarlo es necesario ir un poco a la historia y a las fuentes para ver los comienzos del término «rab» o «rabino». Dicho concepto, que no existía en la época bíblica, se comenzó a utilizar en forma corriente a partir del exilio y la diáspora judia, posteriores a la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén en el año 70 e.c. a la par de la conformación de las nuevas «comunidades» que se iban creando a medida que los judíos exilados llegaban a distintos países y se instalaban en ellos.
Estas nuevas agrupaciones de judíos necesitaban de un liderazgo político, comunitario y religioso. Los encargados de esta última parte pasaron a denominarse «rabinos».
La primera vez que encontramos este concepto en forma específica data del siglo II de la e.c. en la Mishná. Allí se refiere a un «rab» básicamente como maestro; aquél que enseñaba a sus discípulos las fuentes y las nuevas costumbres y tradiciones judías.
Con el correr de los siglos, el rol de rabino fue ampliándose y se convirtió en líder religioso y conocedor e interpretador de las fuentes y la ley judía; por ende en autoridad reconocida en asuntos de «judaísmo».
Es interesante notar que dicho rol se fue implementando paralelamente al desarrollo de la «religión judia» que se empezó a conformar en dicha época a partir de la necesidad de los judíos dispersos de encontrar sustituto a la vida diaria que llevaban en la Tierra de Israel, que giraba alrededor del Templo y sus rituals: sacrificios, peregrinaciones, donaciones, etc.
En la medida en que el Templo ya no existía y el centro espiritual y político de los judíos fue destruido, surgió la necesidad de reemplazarlo. Este cambio se realizó en varios ámbitos y en forma gradual. La sinagoga, como lugar de culto, tomó el lugar del Templo; los rezos, el lugar de los sacrificios; las festividades el lugar de las peregrinaciones y donaciones y, por supuesto, los rabinos, que substituyeron al Sumo Sacerdote y sus lugartenientes como autoridad reconocida. Estos fueron los comienzos históricos del llamado judaismo rabínico que, con ciertas modificaciones, es el que conocemos hasta hoy.
Los «rabinos» de aquellas épocas - sabios, ancianos y gente de jurisprudencia halájica -, fueron basicamente los encargados de crear y adaptar este «nuevo judaismo» a las nuevas condiciones de vida de los judíos en los distintos países. Es por ellos que el concepto quedó tan arraigado a lo religioso y lo ritual, a pesar de que su origen es otro.
En la antigüedad llegaron a existir tres denominaciones para este rol, dependiendo del origen: Rabán (concepto usado por la escuela del sabio Hillel), Rabí (de las escuelas galileas) y Rab, de las escuelas orientales de origen y tradición babilónica. Las últimas dos se distinguían por el rito de ordenación: En Galilea no se requería «Hasmajá» (ordenación rabínica formal), mientras que en la otra sí. De este modo eran conocidos los dirigentes de las sinagogas judías, aunque a otros, todavía no ordenados pero reconocidos como autoridades, se les llamaba Talmid Jajam (Discípulo del sabio).
En la actualidad
A partir de la era moderna (siglo XIX en adelante) la función del rabino pasó a ser la de guía espiritual y organizador comunitario en el sentido más amplio del concepto. Un rabino se ocupa de ayudar a los judíos a desarrollar su vida espiritual y cultural de acuerdo a sus necesidades y convicciones respecto a su identidad judía. Los orienta y ayuda a celebrar los eventos del ciclo de vida: nacimientos, maduración, casamientos, como así realizar ceremonias de entierro y duelo. También instruye a festejar y dirige los eventos del calendario hebreo.
Como vimos, originalmente el rol de rabino no tiene necesariamente relación con el culto religioso. Por un lado es un funcionario comunitario y por otro, gran parte de las expresiones religiosas de la cultura judía como ser rezar o la misma realización de ceremonias como el casamiento, no necesitan obligatoriamente de la presencia de un rabino, sino simplemente la de un minián. El rabino, entonces, es el término con que la cultura judía denomina al «guía, maestro, autoridad intelectual o quien brinda apoyo espiritual».
Rabinos laicos
Ya a mitad del siglo XVII, empezamos a ver los primeros testimonios de judíos críticos a las convenciones de entonces que intentan ver y analizar el judaísmo desde una perspectiva abierta y libre de preconceptos. Demás esta decir que el exponente más conocido, profundo y creativo de esa tendencia fue el filósofo judío-portugués-holandés Baruj Spinoza.
A partir de entonces y hasta hoy, se suceden cantidad de escritos y pensamientos, que intentan ver al judaísmo en forma crítica, abierta y pluralista. Lo que nunca pasó, es que este judaísmo, a diferencia de las corrientes religiosas modernas como la reformista o el movimiento conservador, por ejemplo, se transformó en una «corriente» orgánica, organizada y establecida como tal.
Entiendo así, que nos encontramos en una etapa histórica particular en la que se está conformando y estableciendo una «nueva-vieja» corriente dentro del judaísmo, la laica-secular-humanista, que va tomando fuerza y vigor tanto en Israel como en distintos países de la díaspora.
¿Qué tiene esto que ver con rabinos laicos?
Los judíos laicos, al igual que el resto, tienen necesidad e interés de vivir, festejar y desarrollar su identidad judía particular. Ssí llegamos al punto de entender que si un movimiento quiere conformar una corriente y fortalecer y desarrollar comunidades judías laicas-humanistas, tiene la necesidad de formar y poner a la cabeza de las mismas líderes capacitados, ya sea cultural, organizacional y profesionalmente. Estos fueron denominaroa «rabinos laicos-humanistas».
¿Por qué llamarlos rabinos entonces? ¿Por qué no llamarlos guías espirituales, líderes, directores, etc.? Por dos razones básicas: la primera es que el judaísmo laico intenta retomar y recrear las raíces del judaísmo historic. Hemos visto cómo el término que utilizó la cultura judía para nombrar a un líder, maestro o guía de la comunidad es el de «rabino». Por ello es que lo toma. Por otro lado, viendo como este término ha sido desvirtuado de su significado original y vinculado exclusivamente al ámbito religioso del judaísmo, es una buena oportunidad de devolverlo a su concepción primigenia y demostrar que también se lo puede utilizar como un término laico, sin quitar méritos ni menoscabar a nadie.
Hoy existen en el mundo dos institutos de formación de rabinos laicos-humanistas que funcionan bajo la supervisión del Instituto Internacional de Judaismo Laico-Humanista. El primero, y más antiguo, se encuentra en Detroit, EE.UU, y existe desde 1985. Fue fundado por Sherwin Wine z"l, creador del Movimiento Judío Laico-Humanista, que ha formado ya a más de 50 personas entre rabinos humanistas, educadores y líderes. El Segundo, es Tmurá, que funciona en Jerusalén desde 2004 y que ya ha ordenado 24 rabinos, todos ellos en funciones.
Sólo el tiempo nos dirá si el movimiento judío laico-humanista se transformará en una corriente viva y relevante dentro de Israel y las comunidades de la díaspora, y si sus rabinos tomarán posiciones importantes y relevantes tanto a nivel ideológico como de contenidos y se la podrá contar entre las opciones validas y legítimas para una gran parte de los judíos del mundo que se definen como tales.
Fuente: Revista Identidad - Uruguay
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