Tel Aviv es desde hace tiempo un paraíso para los gays de Oriente Medio, uno de los pocos lugares de la región donde se sienten libres para caminar tomados de manos o besarse en público.
Ahora, gracias a su clima cálido, su efervescente vida nocturna y una campaña promocional respaldada por el gobierno, la ciudad se convirtió en una de las principales atracciones mundiales para el turismo gay.
Sin embargo, como es de esperar en la zona del Levante, el conflicto está siempre a la vuelta de la esquina, y algunos críticos acusaron a Israel de usar esa tolerancia para desviar la atención de transgresiones contra los palestinos.
Tel Aviv dedica unos 100.000 dólares - más de una tercera parte de su presupuesto promocional internacional - a atraer turistas gay.
Aunque no existe una cifra exacta, las autoridades estiman que decenas de miles de turistas gay de todo el mundo visitan la ciudad anualmente.
«Estamos tratando de crear un modelo de apertura, pluralismo y tolerancia. Vive y deja vivir. Esa es la ciudad de Tel Aviv», dijo el alcalde, Ron Huldaí.
El primer hotel en la ciudad abiertamente propiedad de gays comenzó a funcionar recientemente y numerosos portales de viajes respaldados por la municipalidad informan a los visitantes gays sobre clubs, bares y balnearios de la ciudad.
«Nosotros hemos reconocido desde hace tiempo el potencial económico de la comunidad gay. El turista gay es un turista de calidad, que se gasta dinero y establece tendencias», dijo Pini Shaní, un funcionario del ministerio de Turismo que está involucrado en la campaña. «Además, no hay dudas de que un turista que tiene una experiencia positiva aquí es bueno para las relaciones públicas. Si se va satisfecho, se vuelve un embajador israelí de buena voluntad».
Eso es exactamente lo que temen los opositores de Israel. Ellos dicen que la aceptación de la cultura gay es un intento claro de ocultar lo que dicen son violaciones de los derechos de los palestinos tras una imagen de tolerancia.
«El incremento de los derechos de los homosexuales ha hecho que algunas personas de buena voluntad juzguen erróneamente lo avanzado que está un país de acuerdo a cómo responde a la homosexualidad», escribió Sarah Schulman, una activista lesbiana y profesora del College of Staten Island, de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, en un editorial en el New York Times en noviembre.
La columna motivó una furiosa respuesta de James Kirchick, editor contribuyente de la revista The New Republic. Kirchick, que es gay, acusó a Schulman y sus partidarios de tener motivos ocultos.
«Están tan consumidos por su odio a Israel que están dispuestos a distorsionar la verdad sobre la horrible represión a los homosexuales en Gaza y Cisjordania. Si alguien está blanqueando la ropa sucia, es Schulman, blanqueando el suplicio de los gays palestinos», escribió Kirchick en la revista Tablet.
Tel Aviv de hecho se convirtió en refugio para los palestinos gay, que enfrentan ostracismo y hostigamiento en Cisjordania; también lo es para los gays judíos ortodoxos, que escapan de la represión en sus hogares en busca de libertad en la ciudad.
Tras su imagen de una sociedad que batalla con coerciones religiosas y la constante amenaza de guerra, Israel es uno de los países más progresistas en el mundo en materia de derechos para los homosexuales.
Los gays sirven abiertamente en las fuerzas armadas y en el Parlamento, y el Tribunal Supremo les otorgó una serie de derechos familiares como herencia y prestaciones sociales a sobrevivientes.
Oficialmente, no existe matrimonio gay en Israel, básicamente porque no existe el matrimonio civil. Todas las bodas son oficiadas a través del Rabinato judío, que considera la homosexualidad un pecado y una violación de la historia judía. Pero el Estado reconoce los matrimonios homosexuales realizados en otros países.
La adopción de niños por los gays es oficialmente ilegal, pero las parejas pueden evadir la ley y la maternidad por encargo y la adopción en el exterior son una opción para muchas parejas del mismo sexo. El compañero o compañera de un padre o madre puede adoptar el hijo de su pareja.
Eyal Gross, profesor de leyes en la Universidad de Tel Aviv, hizo notar los enormes avances logrados en los derechos de los homosexuales en Israel. Pero acusó también al gobierno de asociarse con la comunidad gay para desviar la atención de los abusos de los palestinos en Gaza y Cisjordania y los inmigrantes africanos que buscan refugio en el Estado judío.
«Mientras más Israel se presenta como una democracia liberal, menor será la presión internacional», dice Gross. «Si a uno le importan los derechos de los homosexuales, deberían importarle también los derechos de otros que son víctimas de abusos».
Esas preocupaciones no parecen estar en la mente de los visitantes a Tel Aviv. La ciudad realiza una Marcha del Orgullo todos los años, tiene un centro comunitario para gays y banderas de arco iris cuelgan de ventanas y balcones.
La ciudad fue reconocida recientemente por lectores del portal de viajes GayCities y por clientes de American Airlines como «Mejor Ciudad Gay del 2011», por encima de Nueva York, Toronto y Londres.
«A Occidente le encanta esta mezcla de calidez oriental y la vida urbana de una metrópolis grande y el refinamiento occidental y las cosas buenas de la vida», dijo León Avigad, dueño de un hotel boutique que atrae a clientes extranjeros.
Avigad, que está casado con un hombre y tiene una hija, dice que no le preocupan las políticas del país.
«Solamente porque Israel esté haciendo cosas con las que yo pudiera no estar de acuerdo no significa que no puede ser muy interesante como destino gay para viajeros extranjeros. Simplemente aumenta la variedad», dijo.
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