Se dice que el poder viene acompañado de soledad y tristeza. El costo personal que una persona debe pagar por llegar a la cúspide es enorme.
Sin embargo, ese estereotipo no podría estar más lejano de la realidad: el poder hace a las personas ser más felices, sobre todo si se trata de poder en el ámbito laboral.
Así lo revela un estudio realizado por la Profesora Yona Kifer, investigadora de la Universidad de Tel Aviv, quien junto con sus colegas, evaluó en 600 voluntarios el efecto de sentir que se posee poder en la percepción de bienestar y felicidad.
En un primer experimento, los científicos encuestaron a 350 personas para conocer si sentir que se posee poder tiene una asociación directa con la percepción interna de bienestar y felicidad.
En términos generales, en los ámbitos del trabajo, la familia y las relaciones amorosas, las personas encuestadas con más sentimiento de poder se calificaron a sí mismas más felices y satisfechas que las restantes consultadas - un 16% más felices.
Sin embargo, poseer poder en el campo laboral mostró ser más significativo para que las personas se sientan felices. Según el estudio, quienes dijeron tener poder en su trabajo eran 26% más felices que aquellos que no.
Según Kifer, el poder en el campo laboral tiene más relevancia en traer felicidad porque en relaciones de amor o amistad se busca más una equidad que una relación jerárquica.
Sin embargo, ¿por qué es que el poder trae felicidad? Kifer y sus colegas realizaron dos encuestas más, en 250 personas, para ahondar en la causalidad entre una cosa y la otra.
Según sus resultados, publicados en la revista «Psychological Science», aquellos que poseen poder pueden vivir su vida de forma más auténtica, al permitir que sus acciones estén acordes con sus creencias y deseos. Ese sentimiento de autenticidad es el que trae felicidad al individuo.
Los hallazgos, además de retar el pensamiento popular de que el poder viene acompañado de soledad y tristeza, podrían ser utilizados de forma positiva por quienes manejan organizaciones laborales.
Si se logra empoderar a los miembros de una organización, hacerlos sentir que tienen poder de decisión, estos serán más felices, se sentirán más auténticos y satisfechos; así aportarán más al lugar de trabajo.
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